jueves, 27 de agosto de 2009

EL cronograma del amor

Nos cuesta entender que el amor pueda durar menos de lo que habíamos deseado, o más de lo que hubiéramos apostado.

El amor maneja sus propios tiempos de manera segura, concreta y responsable. Él sabe cuando aparecer y cuando desaparecer. El problema lo tenemos nosotros que nos cuesta entender que él haga lo que quiera. Que aparezca cuando menos lo esperamos y que se vaya cuando más lo necesitamos.

Nos encantaría poder leer el cronograma del amor, como los vuelos en un aeropuerto, y así saber cuando arriba, cuando está demorado o cuando ya lo perdimos.


Pero eso no va a pasar. Nunca tendremos acceso a su cronograma. Y eso es lo que nos cuesta aceptar. Nos cuesta aceptar que no lo podemos manejar, y de esa manera, nos hacemos vulnerables a él.

Por eso pretender manejar sus tiempos no es más que sembrar una futura desilusión.
Solo sepamos recibirlo cada vez que llega y despedirlo cada vez que se valla. Y entendamos que la mayoría de las veces es así, y no significa que un amor no haya funcionado.

Lo único que sabemos es que se va de la misma manera que llega: Rápido y sin avisar. Nos enteramos que está por venir cuando ya nos alcanzó y nos enteramos que se está alejando cuando ya se fue.


Si no podemos saber sus tiempos, no podemos saber cuando llega y no podemos saber cuando se va. Entonces no perdamos más tiempo y conformémonos con solo poder saber disfrutarlo, que no es poco.

jueves, 20 de agosto de 2009

Amor vs Halago

Una vez le pregunte a una chica qué le gustaba de mí, por qué me había elegido, y me respondió: “Porque me gusta como me tratas”, y por más que sé que lo dijo con buena intención, para mí fue una de las frases más feas que me dijeron en el amor.

Hubiera preferido un “Porque me gustan tus chistes malos”, “Porque me gusta como pronuncias la S” o “Por tu nariz torcida”. Cualquier otra cosa. Cualquier cosa que hable de mí, algo que sepa que solo yo tengo para ella, un detalle que haya descubierto en mí. Porque tratarla bien lo puede hacer cualquier tipo que se enamore de ella. No me sentí para nada especial.

¿Por qué las mujeres ven el amor en el como las tratan?

Vivo escuchando horribles frases como:
“Quiero un hombre que me haga sentir única, que haga sentir especial, que me haga sentir las más hermosa, que me diga cosas lindas, que me invite a comer, que me llame, que me demuestre que le gusto…que me…que me…que me…”

Yo sé que quieren sentirse elegidas, deseadas y cuidadas. Todos queremos eso. Pero lo importante es que sea de la persona adecuada para que sea amor, sino es solo halago. Y ahí esta el error que comenten muchas veces. Creen sentirse enamoradas, cuando en verdad solo se sienten halagadas. Muchas veces confunden amor con halago.

Empezar la frase con “que me haga sentir….que me diga…que me haga…” es buscar halagos. Es buscar sentirse elegida, deseada. Nada más. No es buscar un amor reciproco.


Es como que los hombres buscamos enamorar y las mujeres buscan que se enamoren de ellas. Ambos comentemos el error de querer manejar al amor, en vez de dejar que se dé solo y de manera reciproca.

Es increíble como se estancan en el “que me trate bien”, “que me haga sentir elegida”, “que me haga sentir bien conmigo misma”. Y se olvidan de enamorarse.
Se olvidan de que en verdad tienen que elegir al hombre que, sin darse cuenta, logró enamorarlas por la simpleza de su forma de ser. Por como es él como ser individual, y no enamorarse de vacías demostraciones de amor.

¿Por qué eligen al hombre que recurre a todo por hacerlas sentir elegidas, en vez de elegir al que sin tener que recurrir a nada logra mucho más?

EL amor no está en el merito de un candidato, que por medio de halagos y demostraciones de amor las hace sentir especiales y así logra ganar el concurso “Quién me trata mejor, quién me merece más”. Sí, es lindo sentirse deseada y halagada. Pero el halago es un regalo que se derrite con el tiempo si no hay un amor reciproco que lo avale.

El amor descansa en el que te quiere y logra que seas una persona feliz sin la necesidad de recurrir a nada, con todos sus defectos y sin darse cuenta. Pero lo más importante, es que a vos también te pase lo mismo. Porque lo más importante en el amor es la reciprocidad.

El amor no descansa en la persona que “te trata bien”, sino en la que te hace bien.


viernes, 14 de agosto de 2009

Merecer el amor

Conversación entre amigas:

-¡No sabes! ¡Romina se puso de novia y está re feliz!
-¡AH! ¡Que buena noticia! Además ella se lo merece…
-Sí, pobre. Se lo re merece después de tanta mala suerte.

¿Se lo merece?

“Se lo merece” me suena a premio. Cuando una persona hizo las cosas bien entonces se merece un premio o reconocimiento. Pero en el amor “merecer” sería un premio a la persona a la cual todo le salió mal. A la que sufrió con su ex, a la que le fueron infiel, a la que nunca le dieron bola o a la que siempre la tomaron como amante. Por lo tanto más que un premio o reconocimiento, “Se lo merece” sería más un premio consuelo. El premio a la que siempre sale última en la suerte de amor.



Además decir que ciertas personas se lo merecen, deja abierta la posibilidad de que haya otras que no se lo merecen. Y todos se merecen que el amor les llegue a sus vidas, todos. Hasta los que nos lastimaron, así se enamoraran de una vez por todas y dejan de lastimar a otros.

El amor no es un premio consuelo para los que sufrieron de amor, o algo que se merece más gente que otra. Todos nos lo merecemos. Y en todo caso, el amor se lo merece todo aquel que quiera enamorarse.

jueves, 13 de agosto de 2009

Soberbia ilusión

En general utilizamos las frases “Me desilusionó” o “Pensé que era otra persona” en el amor, cuando una persona nos hizo daño, ya sea mintiéndonos o engañándonos. Pero lo peor de esas frases no es utilizarlas, sino utilizarlas mal.

Hay veces que conocemos una persona, nos atrae y comenzamos a salir para conocerla. Pero luego nos vamos dando cuenta que algo anda mal, de que en verdad no es para nosotros, de que hay algo que no nos gusta o de que algo le falta para que llegue a ser nuestra pareja. Y entonces reclamamos que nos desilusionó, que nos decepcionó. O mejor aún, decimos: “Pensé que era otra persona.”

¿Otra persona? ¿Cuál? ¿Dónde? ¿Quién?

En todo caso digamos: “Nos conocimos y no funcionó” o “Duró lo que tenía que durar”. Pero decir que se terminó porque “pensé que era otra persona” da para interpretar que depositamos, en una persona que todavía no conocíamos, la expectativa de que sea como alguien que ya conocíamos (aunque sea en nuestra imaginación). Por lo tanto demostramos que no teníamos reales motivos de conocer a alguien, sino que esperábamos que alguien se adapte a nuestro “candidato ideal” para poder así tener nuestra “relación ideal”.



Igual sé que la mayoría de nosotros usamos la frase para decir “no terminó siendo lo que necesitábamos”, pero entonces digamos “no terminó siendo lo que necesitábamos” y así no terminamos haciendo una comparación entre una persona real con una fantasía.

También es feo acusar al otro de que nos decepcionó por el simple hecho de que no pudo ser lo que necesitamos. Es sumamente egoísta, y muy gracioso, echarle la culpa solo porque no logró gustarnos.

Basta con el “Pensé que era otra persona” y con el “Me desilusionó” para relaciones sanas. Utilizando estas horribles frases corremos el riesgo de terminar, sin darnos cuenta, desprestigiando y acusando a un inocente, cuando en verdad, es uno el culpable de depositar al amor en una soberbia ilusión.

jueves, 6 de agosto de 2009

Tabú

Es increíble como muchas veces nos vamos innecesariamente al otro extremo para tener que superar un problema. Creyendo que la solución es llegar a lo opuesto.

Venimos de superar una etapa donde el sexo era tabú y entramos en una donde decir lo que uno siente es tabú.

Somos parte de la generación que demostró que el sexo no tiene que ser algo tabú. Que no se tiene que vivir a escondidas, ni que es necesario estar enamorado para poder disfrutarlo. Que el sexo se vive de varias maneras y que todas están bien.
Obviamente esto no quiere decir que muchos no lo sabían antes, o que no lo vivieron igual que nosotros, pero sí es seguro que para ellos era tabú.

Y ahora estamos nosotros. Nosotros que para arreglar ese problema nos fuimos al otro extremo. Hoy aconsejamos tener sexo sin pensar mucho, pero eso si, que nunca se te ocurra decirle que lo extrañas cuando lo empezás a extrañar. O nunca le digas “te quiero” cuando lo empezás a querer. ¡Eso si que no! ¡Es una locura! Es el motivo por el cual hoy una relación pueda terminar.

Somos la generación que no podemos decir lo que sentimos. Para nosotros es tabú la palabra “amor” y la demostración de afecto. Nuestros padres podían arruinar una cita queriendo llevarla a la cama, hoy la podes arruinar si le decís que pensante en ella todo el día.


Lamentablemente nos acostumbramos a guardarnos lo que sentimos por mucho más tiempo de lo posible. Y me canse de enterarme tarde que me extrañaba o que me quería. O de no poder decirle que me encanta, sin antes pensar, que se va a asustar porque va a creer que me quiero casar con ella o que va a pensar que es una mentira para poder hacerle el verso.

Entiendo que las mentiras en el amor llevaron a estas hermosas palabras a perder credibilidad. También entiendo que la mayoría de las parejas no funcionan y que el amor nos puede dar más sufrimiento que placer. Por esto, y por mucho más, nos asusta escucharlas y decirlas. Pero también, por culpa de este miedo, seguramente son miles las historias de amor que no cobran vida porque ninguno de los dos se anima a decir lo que siente.

¿Cuántas veces te cuidaste de no decir lo que sentías, por miedo a perder a esa persona?

¿Y pensaste a cuántas perdiste porque no te escucharon decirlas a tiempo?

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