jueves, 30 de abril de 2009

Siempre hay uno que quiere más al otro.

Hay varios niveles en los cuales podemos querer a alguien.
Supongamos que los niveles van del uno al cien. El nivel uno sería sentir afecto por esa persona y cien sería querer vivir el resto de tus días con ella. Y entre ambos toda una extensa gama de matices del amor.

Hasta aquí no hay ningún problema. El problema comienza cuando nos gusta alguien e inconcientemente pretendemos que esa persona nos quiera de la misma manera que nosotros la queremos a ella. ¡Y ojo! Está perfecto pretenderlo y es sumamente normal. Pero nos olvidamos, que sin darnos cuenta, en verdad estamos deseando (y exigiendo de alguna manera). Eso puede ser muy arriesgado, tan arriesgado que podemos terminar teniendo una desilusión amorosa.

En otras palabras: Si yo conozco a una chica, me gusta, la paso bien, pero no quiero algún compromiso más con ella (porque no siento algo más) deseo que a ella le pase lo mismo, de lo contrario habrá conflicto. O bien, si yo me enamoro, pero ella solo quiere compartir algunos momentos conmigo, también habrá conflicto.
Y este conflicto no es otra cosa que la incompatibilidad en niveles de amor o comúnmente llamado: “el amor es una mierda”



Esta es una de las grandes causas de desilusión en el amor. Porque pretender que dos personas se quieran justamente en el mismo nivel es prácticamente imposible.
Siempre hay uno que quiere más al otro. Siempre hay uno que necesita más al otro.
Es muy difícil que dos personas se amen de igual manera en el mismo nivel.

Es más notable cuando él esta en un 36 y ella en un 87. Se quieren, se adoran y la pasan genial. Pero tarde o temprano se darán cuenta de que sus niveles son diferentes y de que no querían lo mismo. Entonces la relación caerá.
Y al mismo tiempo hay parejas que creen amarse de la misma manera, pero en verdad solo tienen niveles cercanos. Quizás él es un 96 y ella un 95. Es prácticamente lo mismo, pero siempre hay alguien que quiere más al otro.



Hay veces que creo que le exigimos demasiado al amor.


martes, 28 de abril de 2009

Odio cuando tenemos que razonar en el amor.

Odio cuando llegan esos momentos en los que tenés que pensar que vas a hacer con tu situación amorosa de manera racional. Buscar tomar, de manera fría y conciente, una decisión para momentos cruciales. Encontrar respuestas a preguntas como:

-¿La perdono?
-¿Sigo?
-¿Corto?
-¿Le creo?
-¿Va a funcionar esto?

Son los momentos en los cuales te desilusionas del amor y decís: “uff! ¡¿Acá también tengo que pensar?!



Me fastidia tener que pensar, analizar, calcular y tomar decisiones en el amor como en todos los demás aspectos de la vida. Viendo que me conviene a mí o a ella.
Cuando llegan esos momentos te replanteas todo, porque justamente es en el amor donde supuestamente nos tenemos que tomar el recreo. Ese recreo a no tener que calcular nada y solo ser uno mismo y hacer lo que sentimos como cuando éramos niños.
Por eso nos molesta tanto tener que razonar en el amor, porque tenemos que ser adultos una vez más
Foto: Luis Médici

viernes, 17 de abril de 2009

Hermoso garabato

El amor es cualquier cosa menos amor.
No cumple con ninguna norma, ley, sensación, expectativa, intuición. Nada.
El amor tiene normas de antinorma. Por lo tanto nunca vamos a vivir esa historia de amor que esperamos vivir. Y no hablo de historias de películas de Hollywood donde todo es perfecto, hablo del concepto de amor que cada uno de nosotros tiene en la cabeza. Nunca vamos a vivir ese concepto, esa idea de lo que es el amor, porque el amor siempre termina siendo cualquier cosa menos ese amor que cumple con nuestra definición.

¡Ojo! puede ser bueno y hasta mejor. Al decir cualquier cosa no digo que siempre sea algo malo, digo que será cualquier cosa menos ese concepto de amor que nos inunda la cabeza con teorías tipo: “Cómo debe ser una relación y cómo no”, “Ese es buen candidato y ese no” o “Esto es amor y eso no”.

Por eso cada vez me siento menos calificado para aconsejar de amor. Porque todo vale, todo está bien, y al mismo tiempo, nada vale y todo esta mal. El amor puede nacer en lugares donde nadie se animaría a apostar a que naciera y también nace en esas parejas que parecen tan perfectas que aburren.

El amor es un garabato al cual le queremos decir arte.

Y está bien que sea un garabato. Un hermoso garabato lleno de líneas que se entrelazan entre sí. Y estas líneas son todos los aspectos positivos, negativos, vivencias, miedos, expectativas e historias de cada uno de los dos. Son dos vidas que chocan de golpe y a las cuales nadie les avisó.

Un hermoso desafío. Un hermoso garabato, único e irrepetible.

Nuestro garabato.


lunes, 13 de abril de 2009

La amistad en la pareja

No queremos que nuestra amiga sea nuestra pareja, porque justamente por algo la elegimos tener como amiga. Entonces, por lo contrario, cuando nos gusta alguien, y sí queremos que termine siendo nuestra pareja, no queremos que sea nuestra amiga.
Entonces, si sabemos marcar bien esta diferencia entre pareja y amistad, ¿Por qué siempre queremos que nuestra pareja termine siendo nuestra amiga?

¿A qué clase de amistad nos referimos cuando decimos que queremos que nuestra pareja sea también nuestra amiga? ¿A la misma que tenemos con una amiga-amiga?
¿O a una especie de amistad llamada: “amistad de parejas”?

Seguramente todos estamos de acuerdo en que nuestra pareja tiene que ser nuestra mejor amiga.
¿Pero por qué buscamos que lo sea? ¿Por qué buscamos que sea algo más, como si el amor abarcara poco? O quizás buscamos que el amor abarque todo, y queremos que nuestra pareja cumpla con todos los roles posibles y que sea amiga, amante, novia, socia, musa, etc. ¿Pero por qué tiene que ser todo y no simplemente amor?


Creo que cuando decimos que nuestra pareja es también nuestra amiga, amante o todo, lo hacemos con buena intención para querer explicar, de alguna manera, el tipo de relación inexplicable que es el amor. Pero creo que, sin darnos cuenta, lo estamos desprestigiando, porque justamente que sea un vínculo inexplicable, es lo que lo hace tan especial, único y diferente a todos los demás.

Por eso no creo que el amor sea varios tipos de relación posibles entre una mujer y un hombre. Porque mi pareja no me hace acordar a ninguna relación que haya tenido con una amiga o con una amante. Solo me puedo acordar de ella cuando estoy con ella.

Por lo tanto no quiero que mi pareja sea “también” mi amiga. Prefiero que tan solo sea mi pareja y así poder seguir sin poder explicar este vínculo inexplicable.


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