jueves, 25 de febrero de 2010

La edad y el amor

Somos esclavos de nuestra edad y de tener que lidiar con todo lo que eso significa.
Saber tu edad te condiciona todo el tiempo a cumplir con lo que la sociedad espera de una persona a tu edad.

Vivimos adaptándonos a un número de documento y nos olvidamos que vivir no es una carrera para lograr los objetivos sociales actuales que el estado necesita de vos, sino vivir en busca de objetivos propios de felicidad.

El amor también se ve esclavo de la edad.

La diferencia de edades en el amor siempre fue un tema de discordia. Que se llevan muchos años, que no va a funcionar y demás. Lo interesante es que este dilema nació hace pocos años.
Esta idea de saber nuestra edad cronológica es un invento de la modernidad. Antes la gente no sabía que edad tenía y se enamoraban igual sin saber cuántos años se llevaban.
Otra vez la cultura diciendo de quién te podes enamorar y de quién no.

Pero a la hora de enamorarse es lo mismo para todos, porque el amor anula la edad y ambos vuelven a ser niños.

Los enamorados vuelven a tener 10 años, tengas 25 o 64 años. Todos hacemos esa voz de nene chiquito (sí, todos) todos nos damos la mano como cuando se la dábamos a nuestros padres para caminar por la calle, todos hacemos puchero cuando no nos gusta algo, a todos nos dan ganas de ver películas de Disney y todos volvemos a jugar. Por todo esto también buscamos enamorados.

La edad te puede llegar a dar experiencia y madurez en la vida, pero no en el amor. Porque siempre que te volvés a enamorar, volvés a ser un niño.
Foto: Willy Ronis

miércoles, 24 de febrero de 2010

Espejo



El amor es la persona que al encontrarla, te encontrás a vos mismo.

Luis Médici

Foto: Luis Médici

miércoles, 17 de febrero de 2010

El antónimo como punto de partida


Nuestra ex pareja nos condiciona, inconscientemente, a elegir a la próxima.

Saber con quien salir es una tarea que vamos “aprendiendo” a medida que salimos con personas.

Empezamos a salir con alguien porque vemos en esa persona características que nos atraen. Y dejamos de salir al descubrir características que no nos atraen.

Pero esa característica que no nos atrae, la que no nos deja avanzar con esta relación, la que nos desilusionó, la que nos canso, es la característica que marcará el punto de partida para la próxima elección. Nos llamara la atención alguien con la característica opuesta.

Por ejemplo:

-Si nos molestaba que fuera una persona aburrida, nos llamara la atención una divertida.
-Si nos molestaba que fuera una persona sin cultura, nos llamara la atención una persona culta.
-Si nos molestaba que fuera una persona débil, nos llamara la atención una persona con seguridad.
-Si nos molestaba que fuera un abogado/a, nos llamara la atención un artista.
-Si nos molestaba que fuera una persona estructurada, nos llamara la atención una persona con un toque de locura.
-Si nos molestaba que fuera una persona fría, nos llamara la atención la romántica
-Si nos molestaba que no nos quisiera, nos llamara la atención alguien que nos quiera.
-Si nos molestaba no poder quererlo/a, nos llamara la atención alguien a quien logremos querer.
-Si nos molestaba que fuera celoso/a, nos llamara la atención la persona que no los sea.



Y así, de forma inconsciente, elegimos nuestro próximo acercamiento a alguien.
Se destaca esa persona que posee la característica opuesta a la que nos molestaba tanto de nuestra ex pareja. Pero es solo porque pensamos que tiene lo que a nuestra ex pareja le faltaba. Pero que tenga una característica buena no significa que todo lo demás nos guste.
Tarde o temprano esta nueva persona nos puede fácilmente “desilusionar”, porque quizás lo único buena que tenga sea esa característica opuesta a nuestra ex pareja, pero todo lo demás un desastre.
Y luego encontraremos algo que nos moleste de esta nueva persona y empezaremos de nuevo con el antónimo como punto de partida.


miércoles, 3 de febrero de 2010

Quiero

Quiero una relación en donde ella y yo sepamos, que sin el otro, los dos sufriríamos tanto, pero tanto, que no nos quedara otra que vivir juntos el resto de nuestras vidas.

No quiero alguien de quien me pueda enamorar, quiero alguien de quien no me pueda desenamorar.

Porque el amor no es la persona a quien no debemos evitar elegir, sino la persona que no podemos evitar elegir.

Eso quiero…un amor que no me deje otra opción.

Luis Médici

Foto: LUis Médici

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