jueves, 28 de mayo de 2009

Blah, blah, blah

En el amor las palabras no sirven de nada sin el sentimiento que las avale.

Siempre sabemos quien nos quiere de verdad y quien no, por más cosas lindas nos diga. Y a su vez sabemos a quien queremos de verdad y a quien no, por más cosas lindas le digamos.
Pero claro, otra cosa muy diferente es querer verlo o no.

¿Cuántas veces nos quedamos con un “Pero si me dijo que me quería” y al final no nos quería?
¿Y cuántas veces dijimos “yo también te quiero”, cuando en verdad no sentíamos lo mismo?

Lo más difícil es afrontar las situaciones en donde sabemos que las palabras que nos dicen no son acompañadas por los sentimientos que describen.
Saber que nuestra pareja ya no nos quiere por más que “Te quiero” o “Te extraño” sigan saliendo de su boca puede parecer algo difícil, pero no lo es. Siempre lo sabemos, solo es cuestión de querer afrontarlo. Y es ahí cuando tenemos que tomar cartas en el asunto.
Entiendo que es feo tener que cortar una relación cuando es uno el que quiere seguir. Pero el amor poco tiene que ver con palabras.



Son las palabras las que nos permiten mentir y no los sentimientos.

Cuantas menos palabras utilicemos para explicarle a alguien porque lo queremos, más verdadero será nuestro sentimiento.

Aprendamos a escuchar más lo que sentimos por el otro y lo que el otro siente hacia nosotros. Y descubriremos que la mayoría de los “Te quiero” son los que se sienten y no los que se dicen.


lunes, 18 de mayo de 2009

Somos casualidad

El enamoramiento nace de una circunstancia casual que une a dos personas.

De una situación especial que hace que a una persona la empieces a ver con otros ojos. Una persona que quizás nunca te hubiese llamado la atención para algo más, pero de golpe, se destacó del resto. Y no por que cumpla con tu “target”, sino porque con esa persona viviste de casualidad una circunstancia especial que los llevó a conocerse.

Quizá en una fiesta fichaste toda la noche a una persona, pero al no aparecer una circunstancia natural para intimar, no pasó nada. Luego te volviste en taxi con una persona que no fichaste, porque justo vivían cerca, y el viaje les regaló esa circunstancia especial en la cual se conocieron.

En algún sentido buscamos que la vida, las circunstancias y las casualidades, nos digan quien es para nosotros y quien no, haciéndonos intimar con ciertas personas y con otras no, por mucho que nos puedan gustar algunas. Muchos ven esto como el destino, otros no.


Más allá de esto, necesitamos de una situación o señal que nos dé la sensación de que es algo especial, diferente, fuera de lo común. Porque de esa manera la persona también se volverá alguien especial, diferente y fuera de lo común. Eso nos hace creer que es para nosotros y así querer conocerla. Igual no sabemos si va a funcionar o no, solo sabemos que lo tenemos que intentar por causa de esa circunstancia.

El amor no nace de dos personas porque son tal para cual (no existe), sino de una circunstancia que las unió.

Son las circunstancias las que nos convencen de querer ver a esas personas con otros ojos y no las personas en sí.

jueves, 7 de mayo de 2009

Pareja consuelo

Todos necesitamos cariño. Recibir mimos y brindarlos. Todos necesitamos sentirnos abrazados y contenidos. Todos.
El amor es el medio que hace el casting para seleccionar a la persona indicada para ese rol. Y si tenemos suerte, y es correspondido, satisfacemos esta necesidad.
Pero hay momentos en los cuales necesitamos más de estos mimos que cuando estamos en pareja. Y es justamente cuando nos dejan o cuando no es correspondido.
Entonces es ahí cuando, inconcientemente y sin realmente planearlo, recurrimos a parejas consuelo. A mimos consuelos de personas que sabemos que van a estar ahí para nosotros.

Son casos de personas, que al ser dejadas, vuelven con un ex de manera inmediata. O con viejos candidatos que antes ni la hora le daban. Pero ahora, ahora necesitan un abrazo y atención para un corazón roto.

Las parejas consuelo pueden ir desde alguien que no nos gusta, pero nos invito al cine, y nos sirve para distraernos un poco, no pensar en esa persona por una noche, tener alguien que nos escuche, y porque no, recibir lindos mimos. Pero también podemos terminar sintiendo algo más y terminar saliendo con una pareja consuelo. Y son estas relaciones las que de alguna manera nos ayudan a recomponernos. Nos ayudan a juntar nuestros pedazos del suelo. Nos ayudan a creer nuevamente en nosotros mismos.
Pero la mejor enseñanza que nos brindan, es que nos ayudan a volver a creer en el amor. Pero no porque nos demos cuenta de que ellos son nuestro verdadero amor, sino porque justamente nos damos cuenta de que no lo son.
Están relaciones tienen fecha de vencimiento desde el comienzo. Es como un centro de rehabilitación del amor que cuando nos dan el alta las tenemos que dejar. Gracias a las parejas consuelo aprendemos a creer de nuevo en el verdadero amor.
El problema es que generalmente las parejas consuelo, con las que terminamos saliendo, se enganchan más que nosotros. Y ahí rompemos corazones nosotros. ¿¡Justo nosotros que venimos de que nos rompan el nuestro!? Y sí, ahora somos nosotros los rompecorazones.



Todos salimos con parejas consuelo para cubrir nuestra necesidad de afecto. Quizás lo sabíamos desde el principio o quizás nos dimos cuenta recién cuando se termino, pero lo hicimos y seguramente rompimos corazones.
Y al mismo también todos fuimos la pareja consuelo de alguien, alguien que levantamos del suelo, alguien a que cuidamos, alguien a quien curamos, alguien a quien le dimos ganas de seguir viviendo, alguien de quien nos terminamos enamoramos, alguien que se fue sin decir adiós, alguien que se llevo nuestro corazón.

Seguramente todos vivimos ambos casos y seguramente los sigamos viviendo mientras sigamos necesitando un abrazo fuerte en algún momento.

Related Posts with Thumbnails