Cuando una persona junta desilusiones en el amor, lo consuelan diciéndole: “todavía no te ha tocado, ya va a llegar”. O peor aún, se auto flagela determinando: “no tengo suerte en el amor”. Nacimos con ese concepto de que para encontrar el amor, no hay que hacer nada. Simplemente estar atentos a que mágicamente aparezca la persona indicada para nosotros. Como si el amor se resumiera en una sola persona que nos regala el destino. Eso nos creó la falsa idea de “el amor llega sólo y es cuestión de tiempo”.
Considerar que el amor no haya llegado a tu vida por una cuestión de mala suerte o tiempo, es un error grave. Porque asegura que nada estás haciendo mal (solo esperar), cuando en verdad, sí estás haciendo algo mal: ESTAS ELIGIENDO MAL.
El amor no se basa en la suerte o en el destino, siempre es una elección personal.
¿Y por qué elegimos mal?
La elección se construye de dos elecciones al mismo tiempo. Por un lado, la elección inconsciente (El enamoramiento. Y aquí entran las ideas del “amor llega sólo y es cuestión de tiempo”, el “destino” y demás cuestiones románticas / pasionales).
Y por otro lado, la elección consciente (La racional, la pensante. La que nos avisa con “alarmas” cuando una actitud no nos gustó, nos hirió o simplemente sentimos desconfianza. Y también cuando posee buenas cualidades como persona.)
Elegir un buen amor, es un mix de ambas maneras de elegir. No es ni una, ni la otra. Son ambas al mismo tiempo. Ambas son importantes. Ambas deben aprobar al candidato/a. Se podría decir que una elección de pareja debería ser un 50/50.
Por eso, cuando nos va mal en el amor, es porque tomamos decisiones mediante una sola manera de pensar. No es la culpa del otro, ni culpa del amor, es culpa nuestra por no saber elegir correctamente (ya sea a una persona o elegir continuar con una relación)
Saber elegir correctamente es la clave para que amores sanos y verdaderos aparezcan.
Por lo tanto, el amor es aprender a elegir correctamente. Y ese aprendizaje nos puede llevar varias desilusiones amorosas. Debe haber una cuota de enamoramiento y pasión inconsciente, obviamente. Pero también debe haber una cuota de elección consiente. Donde ante cada “alarma” o sensación de incomodidad, nos tenemos que ir. No insistir en la inconformidad, eso es elegir mal. Y debemos quedarnos donde nos traten igual que nosotros trataríamos a nuestra pareja.