miércoles, 30 de julio de 2008

El único recreo…


¿Quién se acordará de nosotros cuando no estemos más?

¿En qué momentos?

¿Hasta cuándo?

Nuestros hijos, familiares y amigos nos van a tener presentes en cada momento desde que nos vayamos de este mundo. Pero cada vez con menos frecuencia.

Luego los nietos y algunos familiares nos traerán de vuelta cuando algún nuevo integrante de la familia pregunte de quién es esa guitarra, esa canción, ese texto, ese cuadro, esa casa o simplemente pregunten quién es esa persona que esta junto a Papá en aquella vieja foto.



Pero llegará un día en que esa última foto en la que estemos inmortalizados desaparezca, y ya ningún niño curioso tendrá un pretexto para que nos hagan volver.
También llegará ese día en que nuestras obras se desintegren, se pierdan o se vendan en un mercado de pulgas al mejor postor. Y ahí dejaremos de existir, de la misma manera que antes de haber nacido.

En la historia de la humanidad estaremos más tiempo muertos que vivos. Se olvidarán de nosotros mucho antes de lo que desearíamos. Por eso no perdamos tiempo en el que dirán, o en el mañana. Es hoy.

La vida es el único recreo que nos brinda la muerte.

Es un momento, son vacaciones.
Es el momento ideal para que te animes a hacerlo, porque no habrá otro recreo.

miércoles, 23 de julio de 2008

"Encelame"

Hombre:
Los celos en el hombre se basa en el miedo a que otro hombre pueda tener acceso a la sexualidad de su mujer cuando es él el único que esta predispuesto a cuidar de ella y de su cría. Esto le da cierto derecho de exclusividad.
El hombre tiene miedo a la traición, pero no tanto a una traición sentimental, le tiene más miedo a la traición sexual.
La primera pregunta de un hombre ante la sospecha de infidelidad es “¿Te acostaste con él?” Luego preguntará si lo quiere o no.
Un engaño para el hombre es la humillación pública de que le robaron su mujer. De que no lo respetaron. Es un agujero sin reparación en su orgullo. Es vergüenza.



Mujer:
Los celos en la mujer se basan en el miedo al abandono. A quedar sola con posibles crías, sin cuidado de los peligros externos y sin recursos.
Por eso la mujer analiza mucho a sus candidatos. Y no hay que ver tan mal cuando una mujer se hace desear o es “histérica” (con un limite, obvio) porque es su manera de poder comprobar el grado de interés del candidato. La mujer busca seguridad en un hombre y cuando la encuentra, accede.
Por eso también siempre planifican el futuro con su pareja (por más que nunca se lo digan por miedo a asustarlo) pero tienen que sentir esa seguridad de que él estará, y por lo tanto no la abandonará.
A diferencia de los hombres, ellas sí le temen más a la traición sentimental que a la sexual. Su primera pregunta ante una sospecha de infidelidad es “¿La queres?” porque si no la quieren más, la abandonarán. Y es más factible que perdone la traición sexual, siempre y cuando sienta que la quiere solo a ella.
Las mujeres buscan seguridad en un hombre, la seguridad de no ser abandonadas, entre otras cosas.

jueves, 17 de julio de 2008

Mi aspecto físico como carta de presentación

Uno lleva consigo una manera de ser, una forma de pensar, un estilo de humor, una personalidad. También tenemos la posibilidad de elegir que ponernos, a que lugar ir, de que temas hablar y de que no, y hasta con cual persona salir y con cual no.
Todo eso dice quien somos, o quien pretendemos ser. Pero también llevamos con nosotros algo que no decidimos ni podemos modificar. Y ese es nuestro físico.

¿Mi físico refleja mi personalidad?

¿La mujer que se ve atraía por mi físico es también la que admirará mi personalidad?

¿Qué imagen de hombre proporciona mi físico, el que quiero, el que merezco o el que simplemente soy?
¿Cómo me ven los demás y que primera impresión causo?
¿El físico y la personalidad están relacionados?


Nosotros todo el tiempo tratamos de moldear nuestra imagen a nuestra personalidad. Pero solo lo podemos hacer desde un aspecto estético o de actitud. Decidimos nuestra ropa y nuestra manera de sociabilizar con los demás. Como un cartel que indica quien soy, que “onda tengo” y así advirtiendo que personas se pueden acercar a mi y quienes no.

Pero eso nada tiene que ver con el físico.
Nadie eligió su físico (estemos conformes o no) nadie tiene responsabilidad en eso. Pero al mismo tiempo cuando vemos una persona que nos gusta físicamente, inconscientemente confiamos en que nos tiene que gustar su personalidad. Es algo que ni pensamos, lo damos por hecho. Esto no siempre se cumple, por eso las desilusiones y las sensaciones de estafa. Pero en verdad somos nosotros los que depositamos esa esperanza en el aspecto físico de alguien.

Quizás la personalidad que asumimos con respecto al sexo opuesto, la formamos de acuerdo a la aceptación que tuvo nuestro aspecto físico en la adolescencia. Porque sin lugar a dudas la relación con los demás va moldeando nuestra personalidad, mientras que nuestro físico siempre es el mismo.
No existe gente linda o gente fea, existe gente que nos gusta y gente que no.

Somos personalidad y aspecto físico. Queremos que esa persona que nos gusta tanto admire nuestra personalidad y desee nuestro físico.

Por eso no vamos solos a una cita, mas allá de confiar en que nuestras personalidades van a congeniar, llevamos a nuestro físico con nosotros, esperando que tamben lo acepten como a nuestra personalidad.

martes, 15 de julio de 2008

La seducción a un paso de baile

El baile siempre fue el cortejo mas utilizado por el hombre como estrategia para la conquista. Y si nos ponemos a pensar, poco tienen que ver el baile y la seducción, pero siempre estuvieron unidos como dos fichas de puzzle inseparables.

Desde que el hombre es hombre, el baile fue un gran aliado para formar parejas. Quizás es simple coincidencia, y parte de una construcción cien por ciento cultural, o tal vez tiene más que ver con el contacto físico y la elección genética de una pareja.

Por eso los lugares donde se puede bailar está mejor visto el “levante” que en un colectivo a Constitución, por ejemplo. La excusa es la necesidad de una pareja del sexo opuesto para poder así bailar la pieza como se debe, una excusa más. Esa es la razón por la cual nosotros bailamos para así tener un motivo de acercamiento y de un análisis más minucioso como poder hablar y oler. Y para las mujeres es una manera discreta de hacerse notar y así poder elegir que ojos quieren que las miren y que ojos no.

Por eso los que se animan a bailar tienen más chances en formar pareja.

El baile es cortejo. No digo que no sea un arte también, obviamente existe el baile como arte, pero nadie iría a un boliche a “bailar” o fiesta, sabiendo que solo habrá gente de su mismo sexo.

¿Pero que nació primero, el baile como cortejo o el baile como expresión corporal?

Antes las parejas nacían en los bailes del pueble o del barrio y las mujeres hacían su “presentación en sociedad” durante un baile. Siempre fue más fácil así. El baile maneja la seducción y el amor de una manera cultural, casi como un evento social más. Como si hubiéramos decidido manejar el amor y decidimos que el baile sería el acontecimiento más adecuado para nuestro cortejo.

Los bailes transformaron a la seducción en “encuentros casuales pre-establecidos controlados por un día y un horario”.

Lo más gracioso es ver como los hombres tratamos de bailar con tal de poder entrar en este cortejo y así no quedarnos solos una vez mas. Lo intentamos y lo intentamos pero nos cuesta más que las mujeres, porque no tenemos su práctica. Ellas bailan desde que aprenden a caminar y nosotros de chiquitos jugamos a la pelota, los autitos, peleas y demás, pero nunca bailábamos. Pero eso el hombre baila peor. Nosotros empezamos a bailar en la adolescencia cuando nos dimos cuenta que era la manera de relacionarse con las chicas en un boliche o fiesta. Luego nos dimos cuenta que había otras maneras (y menos mal)


Pero no somos los únicos que como especie tratamos de impresionar al sexo opuesto con el baile. Vean a ese simpático amigo tratando de captar la atención de una hembra mediante su interesante baile.



jueves, 10 de julio de 2008

Mapa de amor: ¿Qué es lo que tienen en común las personas que nos atraen?

Hay dos clases de personas a las cuales queremos acercarnos con intenciones de cortejo: Las que nos gustan (Ya sea por su belleza, encanto. Las que responden a nuestro entupido “target”) y las que simplemente nos atraen, sin saber bien por que.

Estas personas que nos atraen son las que no podemos catalogarlas como feas o lindas, interesantes o no. Tampoco podemos definir bien que le vimos, ni porque nos atrae tanto. Es como un gran misterio. Simplemente nos atraen, simplemente creemos que es para nosotros.

Según los sexólogos nuestra elección se basa en un “mapa de amor” que construimos hasta los 8 años. En esa etapa definimos a nuestro amante idealizado según lo que recolectamos de ver a nuestros padres como pareja, de los roles que cumplía cada uno, de que manera se demostraban afecto entre ellos y hacia nosotros, sus permanencias y sus ausencias. También influyen las amistades, las vivencias y las experiencias que tuvieran relación directa con nuestra sexualidad hasta esa edad.

Todo eso arma un “mapa de amor”.

Y es el “mapa de amor” el que define, no solo a persona “ideal” para nosotros, sino también que roll debe cumplir y que roll debemos cumplir nosotros como pareja (todo de manera inconsciente, obviamente). Define lo que necesitamos del otro. Define nuestro propio concepto de lo que es el amor, la pareja y la seducción. Eso responde a la pregunta “¿Qué le vio a ese?” Quizás simplemente respondió a su “mapa de amor”.

¿Pero hasta que punto esta persona, que la definió nuestra infancia, nuestros padres y nuestras vivencias, es realmente nuestro verdadero amor?

Ese mapa define a la persona que CREEMOS que es para nosotros, pero eso no significa siempre que sea la mejor opción.

¿Nunca sintieron que personas a las que elegimos tienen alguna característica similar, que no se ve simple vista, y que siempre nos damos cuenta tarde?

Cuanta gente sufre por elegir mal a sus parejas o siente que comente siempre los mismos erros de elegir a los que la hacen sufrir. Quizás sus “mapas de amor” se definieron en busca de cumplir ese roll como pareja, de “creer” que esa persona con tales características (que le hacen sufrir) tiene que ser si o si para ella. Casi como una obsesión y no una elección.
Y no siempre tiene que ser así.

No dejemos que el “mapa de amor” elija ciego por nosotros. No digo evitarlo, porque es imposible, solo digo tenerlo en cuenta para saber hasta donde dejarlo influir en nuestra elección, sabiendo diferenciar las aspectos buenos y malos de nuestros “mapa de amor”. Y de esa manera estaremos más cerca en poder elegir lo que es mejor para nosotros.

Este “mapa del amor” como un mapa del tesoro, nos seduce, queremos seguirlo y encontrar el tesoro. Pero casi nunca esta donde dice estar. La mayoría de los mapas del tesoro se hicieron para distraer a los buscadores del verdadero lugar.

Pero el tesoro no se busca, se encuentra…como el amor.

jueves, 3 de julio de 2008

El transporte público no ayuda a formar parejas

Todos nos hemos enamorado en el transcurso del tiempo entre estaciones de subte, paradas de colectivo o semáforos que dejan de ser un color para ser otro. Si, historias de amor de algunos pocos minutos quizás, pero que bien valen la pena cada uno de ellos.

Es nuestro enamoramiento diario, quizás parte de una distracción para pasar más rápido el viaje. O quizás no, porque es imposible no subir al subte, colectivo o caminar por la calle y no encontrar a una persona que nos guste. Una persona que no podamos evitar mirar y que hagamos lo imposible para que no se de cuenta.

Lo peor es cuando nos descubren. O lo mejor, porque significa que esa persona también nos mira. Y ahí empieza la historia: miraba va, mirada viene, mirada va, mirada viene. Miradas. Ese es el único dialogo que permite el transporte publico (y no es poco).

Pero otra vez la cultura y la sociedad nos ponen trabas. Ahora no solo nos dicen de quien nos tenemos que enamorar, sino que también nos dicen donde. ¿Hay lugares que son “aptos” para la seducción, o “levante”, y lugares que no lo son? Si a una chica se le acerca un extraño en la calle y le pregunta el nombre, es prácticamente un violador. Pero si el mismo extraño se lo pregunta en un boliche, ella le contesta. Interesante.

Por lo general es muy difícil acercarse y generar una charla en un transporte público o en la calle, sin que ella te rocíe los ojos con gas pimienta o se corra pensando que le vas a robar la cartera. Es una posibilidad de gran porcentaje. Y también entiendo que el 60 a las 17hs. o el subte en la estación Pichincha de la línea E, no son los lugares más aptos para el romanticismo. ¿Pero sí lo es un boliche?

¿Cuántas parejas no se formar por el hecho de encontrarse en un transporte público y no en una fiesta?

¿Cuántas veces quisimos hacer algún movimiento, pero la vergüenza pública nos robo la oportunidad de conocer a alguien?
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