jueves, 16 de diciembre de 2010

“Tengo miedo a enamorarme”


Existe en el amor un factor por el cual seguramente todos hemos pasado y muchos nos lo han planteado: El miedo a enamorarnos por temor a terminar heridos.
El miedo a sufrir por amor es un planteo clásico, y muy interesante, en temas del amor romántico.
Para empezar, si lo leemos solo, no es un planteo que tenga sentido, porque nadie le puede tener miedo, o rechazo, al amor o al enamorase. Todos concordamos que el amor es lo único que nos salva de este mundo. Por lo tanto el planteo debe tener arraigado malas experiencias en el amor, o mejor dicho, malas experiencias en relaciones. Entonces como segundo paso, saquemos al amor de lado y hablemos de relaciones entre personas.
El amor no tiene la culpa de que uno haya vivido malas relaciones. Son las parejas, las personas las que nos dejaron un amargo gusto, una mala relación, una mala experiencia. 
El amor es siempre una buena experiencia entre dos personas. Solo hay amor cuando dos personas viven felices su relación, su encuentro. Solo ahí está el amor, en todo lo demás, no lo está. Por lo tanto las malas relaciones o malas experiencias, no entran en la categoría de amor verdadero.
Hay relaciones que empiezan siendo de amor correspondido y verdadero, pero luego terminan mal y con la etiqueta de malas experiencias, donde le echamos nuevamente la culpa al amor del sufrimiento que nos quedó al final de la misma.
En estos casos es donde no supimos asumir, o no supimos querer ver, que el amor se fue de la relación antes de que quisiéramos terminar con la misma.
Nos cuesta aceptar que el amor tiene vida propia y que llega a nuestras vidas de la misma manera en que se va: cuando quiere y sin avisar. Creemos que nos estamos enamorando de alguien, cuando en verdad el amor llegó hace rato y creemos que la relación debe terminar, cuando el amor ya se fue hace rato.
Nos cuesta asumir que el amor tiene también sus tiempos y que no podemos manejarlos como más nos gustaría. Por eso siempre sentimos que vamos atrasados a él. Esto tiene como consecuencia no terminar la relación cuando debe terminar, o sea, cuando el amor se va. Estiramos el mal momento, quizás pensando que el amor va a volver, y la relación entra en la etapa de “no amor”.
Esta etapa es peligrosa ya que la relación se transforma en una pareja de dos seres extraños que supuestamente deben estar juntos. Al no haber amor, y al ser dos extraños, perfectamente pueden terminar lastimándose. Solo en esta etapa de “no amor” es en la cual uno puede salir herido.
Por eso todas las relaciones deben terminan en la etapa de amor. El cortarle a alguien, debe ser el último gesto de amor con la pareja. Siempre en la etapa final de amor, evitando entrar en la etapa de dos extraños que se pueden lastimar.
Otro ejemplo puede ser el de relaciones donde en verdad nunca existió el amor verdadero, ni fueron correspondidas. Por lo tanto son personas que siempre terminan heridas en todas sus relaciones, y esta es una de sus frases de cabecera.
Son personas de autoestima bajo que buscan este tipo de relaciones donde no haya compromiso alguno de parte del otro porque inconcientemente creen que no se merecen alguien que las respete y las quiera de verdad.  Su autoestima bajo les indica que no se merecen lo mejor en el amor y por eso solo buscan relaciones que hagan eco en su baja autoestima. Por lo tanto siempre sufren. Por lo tanto viven repitiendo esta frase, ya que para ellas enamorarse es siempre de alguien que no las quiera.

No deberíamos sentir miedo de lo que nos puede hacer el amor a nosotros, ya que es el amor el que debería tener miedo de lo que le podemos hacer nosotros a él.



viernes, 29 de octubre de 2010

Mar de algodón

Ritual danzante celebrado dentro de un suave laberinto de sabanas donde persigo tu cuerpo entre curvas y rectas, subidas y bajadas. Refugio de dos, centro de confesiones, halagos y detector de mentiras. Pies y manos dibujan siluetas que se acercan más a pequeños relieves montañosos donde olas de hilo indican la cresta de todos nuestros sentidos. Mar de algodón que nos proporciona la tela de nuestros disfraces de piel y de ser, para que solo podamos jugar a ser nosotros mismos.


miércoles, 6 de octubre de 2010

Carta de amor a una atrevida




Atrevida usted que no me deja pensar en otra cosa, que me hace gastar la palabra hermosa y me hace olvidar a las otras.
Atrevida usted que osa en ocupar la mayor parte de mi cabeza, apoderarse del significado de la palabra belleza y cambiar, porque sí, mis días de pena.
Atrevida usted que siempre se queda aunque se vaya, quitándome la palabra distancia, y quizás por eso, me cueste tanto olvidarla.
Atrevida usted, que por culpa de su entrada abrupta y sin respetar la hora, se me olvidó decirle: "Hola hermosa".

Luis Médici

lunes, 27 de septiembre de 2010

El motivo siempre es hoy

Nuestro ideal de pareja cambió mucho desde nuestros primeros enamoramientos hasta la actualidad. Ya no nos enamoran las mismas personas que lograban enamorarnos cuando éramos más jóvenes. A medida que vamos creciendo y conociendo personas, los motivos que nos llevan a enamorarnos de alguien van cambiando.

Por ejemplo, al principio y durante nuestros primeros enamoramientos, bastaba con que sea linda. Luego nos llevamos la sorpresa de que también es importante poder hablar con ella y sentirse cómodo. Entonces que sea una persona linda ya no nos garantizaba el poder enamorarnos, necesitábamos además, tener algo en común. Aparece la importancia del humor, la inteligencia, la ideología y demás. Por lo tanto el ser linda pasó a ser un motivo con menor peso, y su forma de pensar, entró como un nuevo motivo.
Y así, a medida que vamos creciendo,  los motivos que nos llevan a  enamorarnos de alguien van mutando. Se van agregando motivos nuevos, quitando viejos y modificando existentes.

Los motivos que nos llevan a enamorarnos de alguien van cambiando a medida que conocemos personas. Toda persona con la cual salimos modificó nuestros motivos de enamoramiento. Si tenía algo que nos encantaba seguramente lo agregamos como motivo, y si tenia algo que nos molestaba, seguramente lo quitamos como motivo para poder enamóranos de alguien.
Por lo tanto son nuestros ex´s los que nos ayudaron a armar nuestros actuales motivos de enamoramiento. Porque son ellos la única experiencia en el amor que tenemos. Son los ex`s, con sus cosas buenas y malas, los que nos hacen ver con buenos ojos a la candidata actual. Y son los ex`s de ella, los que nos dan la chance de que ella nos mire con buenos ojos también.

Entonces cuando decimos que nos gusta alguien, estamos diciendo que HOY nos gusta esa persona. No siempre, no ayer, no mañana, sino HOY, porque HOY cumple con nuestros actuales motivos de enamoramiento.


P.D.: El HOY puede durar muchos, muchos días.

foto: Piergiorgio Branzi

martes, 14 de septiembre de 2010

El regalo de Julieta

No tengo hijos, mis hermanas no tienen hijos y mis amigos no tienen hijos. Lamentablemente mi contacto con los niños es muy escaso.

Un compañero de la facultad festejaba su cumpleaños en su casa, donde fui uno de los invitados. Al llegar me recibe una mesa larga vestida de cena. Sentados, alrededor de ella, se encontraban otros compañeros de la facultad, amigos y familiares del cumpleañero.
Pero el cumpleaños no iba a ser uno más del montón. Algo me llamó la atención, un detalle del cual no tenía ninguna expectativa ni noción, un detalle que no formaba parte de mis salidas cotidianas: Una pequeña niña, una pequeña niña que sería parte de nuestra reunión.
Julieta era una hermosa nena de tan solo 5 años que no se separaba de sus crayones y hojas blancas. Tenía un vestido blanco y unos zapatos que hacían juego, pero que se encontraban desparramados por el living, ya que ella prefería la comodidad de sentir donde estaba parada. Sus bucles también hablaban de ella, ya que no se dejaban atar  por la cinta blanca con bordado, que también hacia juego con toda su ropa. Julieta era hija de una de las invitadas, pero que poca noción tenia de eso, ya que rápidamente se convirtió en el centro de nuestro universo.

Saludé a todos los presentes, y cuando me acerqué a saludarla a ella, no me prestó ni la minina atención. Me dio tanto miedo otro rechazo, que no volví a insistirle y me senté en la mesa. 
Me sentí mal porque veía como todos podían interactuar con ella de manera tan fácil y yo no. Veía como ella respondía a sus llamados y a sus juegos y conmigo no.  ¿Sería porque no tenía experiencia con niños o simplemente porque era un incapaz de interactuar con ellos?

La cena comenzó, la noche siguió y el cumpleaños tomó vuelo. La comida era deliciosa, y las charlas no se quedaban atrás. Poco a poco pasamos al postre y así al café. Habían pasado horas desde ese accidentado encuentro con la niña, hasta que alguien me preguntó: “¿Y vos como te llamas? Al girar la cabeza noté que Julieta se había sentado al lado mió en algún momento y no lo había notado. “Mi nombre es Luis”, le dije, y ella me respondió con una hermosa pregunta: “¿Y cómo se escribe tu nombre?”.
Tomé uno de sus crayones de color y escribí en su blanca hoja: “LUIS”. Apenas terminé de hacerlo, y casi como un relámpago, agarró la hoja y se fue corriendo. Sentí que había sido mi oportunidad de acercarme a ella y que no había hecho lo suficiente.
Seguí con mi café y mis charlas, cuando de repente, alguien me dice: “Ya aprendí a escribir tu nombre”. En aquella hoja blanca se leían varios “LUIS” en señal de que se distanció de mí para poder practicar mi nombre. Desde ese momento se quedó conmigo para que le enseñe a escribir  los demás nombres de los presentes.

En algún momento se acercó su mamá para saber en que andaba su pequeña niña y ambos le contamos de nuestra actividad. La madre se sorprendió y decidió realizar un pequeño juego para que su hija se luzca con lo aprendido. El juego consistía en que la pequeña debería adivinar el nombre del invitado que la madre le señalaría con su dedo.
Julieta no se pudo lucir realmente, era mucha información de golpe para una niña de tan sol 5 años. Pero si existía alguien con el cual ella podría lucirse, era conmigo y mi nombre.
Después de algunos errores de Julieta, la madre apunta su dedo hacia mí. No podía fallar, ella sabía mi nombre, ella me lo había preguntado, yo se lo había enseñado, ella lo había practicado y habíamos pasado horas jugando juntos. Pero Julieta se equivocó, no dijo: “Luis”, dijo: “Papá”.

Inmediatamente la madre la corrigió aclarándole que yo no era “Papá” sino “Luis”, y obviamente el juego llegó a su fin. Nunca nadie me había dicho Papá.
Después la madre se acercó, y con mucha vergüenza, me pidió perdón por lo sucedido. Obviamente le dije que no hacia falta y que para mí había sido un gesto muy dulce.
Yo no conocía a la madre ni a la niña hasta ese día, así que no sé si el padre existía o que protagonismo tenía, pero se ve que mucho no.

Pasado el “mal entendido”, me quedé un rato más en el cumpleaños hasta que decidí retirarme. Empecé saludando a los adultos, pero no le tomó mucho tiempo a Julieta entender que me estaba yendo.
¿Cómo explicar una escena en la cual una niña de 5 años viene llorando a abrazarte para que no te vayas?
No me podía ir, simplemente no podía. Esperamos unos segundos hasta que la mamá mirándome, de manera cómplice, dice: “No llores Julieta, que él vuelve. Va al kiosco y vuelve ¿No es cierto Luis?”. Nunca una simple y piadosa mentira me costó tanto.
Mientras bajábamos por el ascensor, mi compañero se sorprendió de que Julieta no me hubiese regalado un dibujo después de tan afectiva despedida. Y tenía razón, Julieta no me regaló ningún dibujo, pero me regaló otra cosa, algo original y que jamás olvidaré, me regaló un: “Papà”.
Julieta me regaló el poder sentirme Padre, aunque sea, lo que dura un mal entendido.



miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Cómo puedo?

¿Cómo puedo describir los besos, si todavía no me has besado?
¿Cómo puedo justificar la timidez, si todavía no me has mirado?
¿Cómo puedo entender la locura, si todavía no me has tocado?
¿Cómo puedo definir mi suerte, si todavía no me has encontrado?
¿Cómo puedo escribir sobre tu recuerdo, si todavía no te he olvidado?
¿Cómo puedo hablar de amor, si todavía no me has amado?

Luis Médici

Foto: Luis Médici

Última foto

El domingo pasado hubo una reunión familiar en la casa de mis abuelos. En un principio era el plan digno de un domingo familiar común y corriente, pero este cambió cuando me enteré que el propósito del encuentro, era ver unas diapositivas familiares.

Al llegar tíos, abuelos, padres y hermanos ya estaban sentados en sus lugares esperando para ver las fotos, como en el cine uno espera por la película. Sillas no quedaban, pero un almohadón me sirvió para poder sentarme cómodamente en el suelo duro.

El abuelo, casi como el líder de la manada, decidió que era momento de ver las fotos y apagó las luces. Reinó un silencio casi absoluto, que solo se rompía con detalles que solo él aportaba.
Las fotos hablaban de su vida. Eran fotos que nadie había visto antes. Eran historias que nadie había escuchado antes. Eran lugares que nadie había visto antes. Eran personas que nadie había conocido antes. Era su vida contada por él y sus fotos. Sus casas, sus amigos, sus novias, sus aventuras, sus anécdotas…su vida.
Pero una foto tuvo más protagonismo que otras. La foto era de dos jóvenes en traje de baño abrazados sobre la orilla del rió Paraná. Mi hermana preguntó: -¿Quién ese muchacho que te acompaña abuelo?” -“Ese era Robertito…” murmuró el abuelo, y solo nos quedo esperar para que nos cuente quien era. “Ese hombre fue mi gran amigo” agregó, para luego rematar con: “y me salvó la vida a cambio de la suya”. No sé cuanto tiempo nos quedamos callados, pero el silencio dominó el momento, que de a poco, se fue vistiendo de emoción con alguna que otra lágrima, que todos tratábamos de disimular.
Mi abuelo y Robertito nadaban en el rió Paraná para disfrutar del nado y para sorprender a las muchachas. Era muy común que los jóvenes demuestren su hombría con peligrosas pruebas de nado en el traicionero río. Pero una tarde lo peligroso se torno protagonista, y ante una demostración, mi abuelo se atoró con algunas algas y no pudo mantenerse a flote. Robertitio, que competía contra él, nadó para ayudarlo. Mi abuelo regresó a la orilla apenas respirando, Robertito no.

Esa diapositiva, que llevaba ya varios minutos puesta, fue de ese mismo día.
Es notable como una persona sigue viva en una foto, y como mi abuelo lo sacó de la misma para que todos supiéramos, que ese extraño que nadie conocía, era casi parte de la familia.
Pero lo que me dejó pensando fue cuando mi abuelo dijo: “Esa es la única foto que existe de él”. 
¿Y si esa foto no existiera, mi abuelo nos hubiera contado de él? ¿Mi hermana hubiera tenido una excusa para preguntar sobre aquel extraño?
Me quedó la sensación de que el día que esa foto desaparezca, también desaparecerá el recuerdo de que existió un Robertito.

Volviendo a mi casa pensé en mí. Llegué a la conclusión de que llegará el día en que esa última foto, en la que permanezca inmortalizado mi ser, desaparezca. Y ya ningún familiar curioso tendrá un pretexto para que me hagan volver.
También llegará ese día en que  mis obras se desintegren, se pierdan o se vendan en un mercado de pulgas al mejor postor. Y  recién ahí dejaré  de existir realmente, como antes de haber nacido. Llegará un momento en donde mis propios descendientes no sabrán de mi existencia y mi nombre no cobrará sentido alguno.
Mientras tanto intentaré que mis fotos tengan, en un futuro, un motivo para que un bisnieto crea, que detrás de aquel extraño, haya una historia que contar.


lunes, 30 de agosto de 2010

Equivalente

La felicidad que te puede causar una persona es equivalente al sufrimiento que te puede causar la misma. El dolor es directamente proporcional a la cantidad de amor que se tiene por es persona. Sufrimos cada historia de amor con la misma intensidad con la cual la disfrutamos.

Por lo menos en ese aspecto el amor es equivalente.


martes, 17 de agosto de 2010

¿Qué dirá de mí?

Daríamos cualquier cosa por poder estar, sin que nos vean, en el momento en el cual ella habla de nosotros.

¿Qué palabras utiliza? ¿Cómo me describe? ¿Cuáles son las cosas que cuenta y cuáles no? ¿Cuánto tiempo necesita para hablar de mí? ¿En qué momento decide hacerlo? ¿Con quiénes? ¿De qué manera? ¿Con qué emoción, con qué ojos y con qué expresiones se refiere hacia mí? ¿Quién soy yo para ella?

Son preciadas las palabras hacia sus amigas. Nos encanta escuchar de un tercero lo que ella opina sobre nosotros. Es algo así como “escuchar la verdad” de lo que piensa sobre nosotros. Quizás nos dijo lo mismo, pero no es lo mismo que lo diga un tercero. Enterarte de que te quiere por otra persona, hace que ese “te quiere” suene más sincero y real.
Y por más que uno diga todo lo que piensa y siente sobre la relación y ella haga lo mismo, es hermoso que una amiga te diga en secreto: “no sabes lo que te quiere” o “no hace otra cosa que hablar de vos”.

Nos interesa esta información porque sabemos que a sus amigas les dice la verdad sobre nosotros sin filtro alguno. Es la opinión de ella sobre nosotros en estado crudo.

A todos nos gusta encontramos con estas palabras de terceros, más si son elogios hacia nosotros, pero también es una satisfacción que puede terminar siendo contraproducente.
La diferencia está en “encontrase o chocarse” con esas palabras y buscarlas por necesidad propia. Si necesitamos buscar y encontrar constantemente la opinión de ella sobre nosotros en terceros, la comunicación de la pareja esta claramente en crisis.
Y además, tener acceso a todo lo que ella dice sobre nosotros, le quitaría cierto misterio a la relación, de hecho, le quitaría todo el misterio.
Si supiéramos todo lo que le gusta de nosotros, haríamos siempre eso sin esforzarnos por sorprenderla, y si supiéramos todo lo que no le gusta de nosotros, lo dejaríamos de hacer dejando de ser nosotros mismos.

Es necesario conservar esa cuota de misterio, tan necesaria, para que la pareja se vaya renovando constantemente y no caiga en la catastrófica idea de saber todo del otro.

El no saber exactamente lo que le causamos a esa persona, es lo que nos lleva a querer buscar sorprenderla siempre.

viernes, 13 de agosto de 2010

Internet le complicó la vida a Cupido

Cupido tenía ordenada su vida. Todos los días se levantaba la misma hora para poder tomar el subte y llegar temprano a su oficina. En el viaje escuchaba música en su reproductor de mp3 mientras, con los ojos cerrados, cabeceaba sentado. Al llegar saludaba al portero haciendo los mismos comentarios de cada día. Se hacia unos mates, chusmeaba un rato con sus compañeros y empezaba a consultar perfiles de personas para generar un encuentro “casual”.
Al mediodía salía a la calle a comprar un emparedado que comía tranquilo en alguna plaza céntrica. Todo normal, todo tranquilo. Esperaba con ansias las 17 hs., el aguinaldo y las vacaciones. Era un trabajador común y corriente.

Pero todo cambió un día. Su trabajo de golpe se multiplicó: Apareció Internet.

La gente comenzó a interactuar con personas de otros barrios, otras ciudades, otras provincias y otros países. Era solo cuestión de tiempo para que se enamoraran.
Y un nuevo tipo de historias de amor nacía: Eran las parejas lejanas, que sin conocerse personalmente, ya comenzaban a luchar por unir su amor de distancia.

Cupido conoció el termino “stress laboral”, y las horas extras.

Sus días dejaron de ser los tranquilos y distendidos del pasado. Hoy es un bello recuerdo el comer un emparedado tranquilo en aquella plaza; ahora se mete un alfajor en la boca mientras sigue sentado en su escritorio uniendo parejas de todo el mundo.

Antes era imposible que se enamorara un mexicano de una tailandesa, porque geográficamente no había chances de que se pudieran llegar a cruzar. ¡Viven a miles de kilómetros de distancia! Pero Internet lo logró. Y eso Cupido no lo tenía en cuenta. Es algo que no tendría que estar pasando y ahora él tiene mucho más trabajo.

Lo interesante es como el amor no respeta espacios, ni distancias, ni culturas, ni etnias, ni idiomas, ni países. El amor puede viajar rápidamente porque no es algo material como las personas. Y aquí está la contradicción: Querer poder viajar rápido y directo a aquella persona, como después de escribir un“te quiero” y apretar "Send".


Mientras tanto Cupido publica anuncios solicitando asistentes.







jueves, 5 de agosto de 2010

Mi cita con una mujer, mi Ello, mi Yo y mi Superyó.


Cuando la paso a buscar por su casa la veo bajar y noto lo hermosa que es.
Mi Ello quiere besarla, quitare toda la ropa y penetrarla ahí mismo. Mi Superyó quiere que le abra la puerta, le pregunte como se encuentra, la bese en la mano, la trate de usted y la invite a dirigirnos al restaurante. Mi Yo, finalmente, decide que la bese con un simple beso en la mejilla y que le diga lo hermosa que está.
Al llegar al lugar un mozo nos atiende de muy mala manera.
Mi Ello quiere matarlo.  Mi Superyó quiere que lo deje pasar. Mi Yo, finalmente, decide sólo mirarlo mal. 
Tengo mucha hambre y veo que un hombre al lado de mi mesa, está comiendo un plato muy rico.
Mi Ello quiere que me pare, lo mate y me ponga a comer su comida. Mi Superyó quiere que me quede sentado, que no moleste al señor y le pregunte al mozo por aquel plato. Mi Yo decide que le pregunte al señor cúal es el plato que está comiendo.
En un momento noto como ella lleva el tenedor con comida a su boca; y luego lo limpia con unos enormes y hermosos labios rosas.
Mi Ello quiere tirar la mesa por los aires, agarrarla, besarla, quitarle toda la ropa y penetrarla ahí mismo. Mi  Superyó quiere que hablemos de la familia, la religion, la sociedad y la lucha del hambre en el mundo. Mi  Yo decide que le pregunte si estaba rico ese bocado.
A salir del lugar la acompaño a la casa, y al llegar a la misma, me invita a subir a tomar un café.
Mi Ello quiere que le grite que sí, mientras la beso, le arranco la ropa y la penetro ahí mismo.  Mi Superyó quiere que le diga “No quiero ser impertinente a estas horas, pero si usted no tiene ningún inconveniente, acepto la invitación con gran jolgorio”. Mi Yo decide que le diga que sí, que yo ya lo venía pensando hace 2 cuadras.
Ya dentro de su casa, y luego de tomarnos un café, me invita a sentarme a su lado en el sillón, con cierto aire sensual.
Mi Ello quiere que me tire al sillón para besarla, arrancarle toda la ropa y penetrarla ahí mismo.  Mi Superyó quiere que me siente al lado de ella, la mire fijo a los ojos, y la llene de indicios de que la voy a besar. Mi Yo decide que me siente al lado de ella y le robe un beso.
Entramos en un baile en donde nuestros labios sabían perfectamente como tenían que llevar uno al otro.
Mi Ello quería arrancarle la ropa y penetrarla ahí mismo. Mi  Superyó  quería empezar a quitarle la ropa, pero sin rompérsela. Mi Yo logra que le pregunte si podíamos ir a un lugar más cómodo.
Ya en la cama, y ambos desnudos.
Mi Ello quiere penetrarla sin cuidarnos. Mi Superyó quiere que no tengamos relaciones hasta no tener los resultados de ambos sobre toda posible enfermedad de transmicion sexual, que ella tome pastillas, yo preservativo y que calculemos los días de fertilidad.  Mi Yo logra que me ponga el preservativo a tiempo.
Y las sabanas empiezan a crear hermosas formas.
Mi Ello grita: “¡Por fin!”.
Luego, mientras charlábamos en la cama, me doy cuenta que me gusta mucho. Se hace tarde y decido retirarme.
Mi Ello quiere que le diga que me enamoré de ella, que me quiero casar y tener hijos mientras la beso y la penetro nuevamente sobre mi bolso que traje para mudarme con ella. Mi Superyó quiere que le diga que tuve una grata noche con ella y que deberíamos volver a repetir la experiancia. Mi Yo decide que le simplemente le diga  que me encanta.

Marta Minujín


domingo, 25 de julio de 2010

El arte de amar

Caí en la definición de Arte: “Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.”

Entonces me pregunté: ¿No será el amor un arte?... y dudé en responder.

Es una realidad que el amor logra desarrollarse con total plenitud y comodidad en expresiones artísticas, y que en la vida de las parejas, le cuesta mucho más poder encontrar todo eso. Son los poemas los que son perfectos y las relaciones complicadas

Leemos un poema que habla del amor y es perfecto, simplemente perfecto. No lo cuestionamos, cuestionar el arte que nació del amor sería tonto.

Quizás el amor sea solo la manifestación artística que representa la idea imaginaria del mismo, y nosotros, los que insistimos en queremos llevarlo fuera de su ámbito a la vida real.

foto: Robert Doisneau

sábado, 17 de julio de 2010

Te extraño

Cómo puedo pretender que sepas cuanto te extraño, si cuando te extraño es cuando no estás.
LuisMédici
Foto: Luis Médici

martes, 13 de julio de 2010

Mismo amor, misma Ley

Me llama mucho la atención, que en este dilema de aprobar o no el matrimonio entre personas del mismo sexo, no se haga hincapié en el amor.

Es desilusiónate que todavía haya personas que vean a los gays como enfermos que solamente poseen la “cualidad morbosa” de excitarse con personas de su mismo sexo y nada más, cuando en verdad son personas que logran enamorarse de alguien de su mismo sexo.

Según la iglesia y otros, no tiene sentido darles la ley de matrimonio porque sus preferencias sexuales son antinaturales sin fines reproductivos, y ese es, supuestamente, el principal objetivo de todo matrimonio.
Aquí vemos como hacen hincapié en las relaciones sexuales y no el las relaciones afectivas. El matrimonio debería hacer hincapié en las personas que están enamoradas, en el afecto, en el amor, en su compromiso por cuidarse y acompañarse. Lo demás siempre es detalle.

El sentimiento de amor es el mismo entre personas del mismo sexo, como de sexo opuesto. Todos sentimos esa misma sensación de felicidad, tengamos la preferencia sexual que tengamos, porque el amor no discrimina.

¿Si el amor no discrimina, por qué las leyes sí?

Los que están en contra del matrimonio igualitario creen que existen condiciones para amar. Creen que existe una definición de amor, y es la suya. Creen que nos pueden decir de quien nos podemos enamorar y de quien no. Y lo más peligroso de todo, es que quieren controlar al amor, ponerle condiciones...y eso no podemos permitirlo.

Por eso esta Ley nos involucra a todos, porque tengamos la preferencia sexual que tengamos, todos tenemos que defender la condicion de amar con libertad.


martes, 6 de julio de 2010

Hacer el amor

Cada uno de nosotros posee su propia interpretación de lo que es el amor, de cómo se debe vivir, de cómo se debe sentir, de cómo se debe llamar, de qué color debe tener, de cómo debe sonar, de qué forma debe ser, de lo que tiene que tener siempre y de lo que no tiene que tener nunca. El amor es una interpretación personal y eso es libertad.

Tenemos que confiar siempre en nuestra interpretación y defenderla ante las demás, porque el amor está en la persona que lo interpreta igual que nosotros.

Y cuando dos personas poseen la misma manera de interpretar al amor, se enamoran. Se crea una nueva y única definición del amor. Solo ellos entienden cuando hablan de amor, como dos cómplices. Nunca hubo algo igual, ni lo habrá.

Es el amor según ellos dos. Crean el amor. Lo hacen desde cero…hacen el amor.

lunes, 21 de junio de 2010

Señal amorosa

Cuando nos gusta alguien tendemos a interpretar lo que dice de una manera muy diferente a lo que seria una interpretación normal.
Sus dichos no tienen el mismo significado para nosotros, que si lo hubiera dicho otra persona. El nivel de interpretación puede tomar niveles insospechados, hasta el punto de cambiar su significado original por uno totalmente rebuscado. Todo con tal de verlos como señales hacia nosotros.

Si vemos llegar a esta persona a una reunión, y saluda a todos de manera normal pero a nosotros nos saluda con nuestro nombre, en algún lugar de nuestra cabeza lo vemos como una señal de que no se olvido de nosotros. Y quizás simplemente se acordó nuestro nombre en ese momento.
O si al despedirnos nos dice “Chau, hablamos…”, en algún lugar de nuestra cabeza creemos que puede ser una señal para que sigamos hablando literalmente. Ya estás pensando en llamar o en esperar que te llame. Y quizás fue una manera de decir “chau” y nada más.

Y lo mismo pasa al revés. Muchas veces creemos que le estamos enviando señales a la persona que nos gusta, pero en verdad son actitudes normales a las cuales nosotros le pusimos un significado rebuscado. Y luego creemos que le mandamos una gran señal cuando vino a pedir fuego y fuimos nosotros quien le dimos.

Es muy interesante como el enamorado transforma dichos y actitudes normales, en significados extremadamente rebuscados y alejados de la realidad, con tal de verlos como señales amorosas.


miércoles, 9 de junio de 2010

El enamoramiento como construcción individual


Estamos mal acostumbrados en pretender que el enamoramiento siempre termine en amor.
Cada vez que nos enamoramos creemos que tiene que ser amor, por todo esto lindo que nos hace sentir esta persona que nos gusta tanto.

El enamorado supone, que si siente todo esto lindo por alguien, es porque es la persona ideal para él. Por lo tanto cree que es amor. Y como el amor es de a dos, entonces esta persona tiene que ser su pareja. Derrepente el enamorado tiene un objetivo: Lograr que esta persona sea su pareja.
Aquí es donde el enamorado comete el error: Querer involucrar al otro en su proceso de enamoramiento. Porque el amor sí es de a dos, pero el enamoramiento es de uno. Y no hay que involucrar a la fuerza al otro.

El enamoramiento es una construcción individual. Casi narcisista. No requiere de dos personas para que exista y tenga sentido, con una basta y sobra. El enamoramiento cumple su objetivo cuando el enamorado es feliz pensando en la otra persona, independientemente si sale con ella o no.
Es un extraño que despierta lindos sentimientos en uno. Logra que nos sintamos bien. Pero no solo por eso tiene que ser nuestra pareja ideal. Aquí nace el lado egoísta del enamorado, cuando pretende que al otro le pase lo mismo. Y se enoja con el amor cuando no sucede. Pero el amor no tiene nada que ver, porque es enamoramiento.
El enamorado se enamorado siempre solo. El enamoramiento no requiere de dos personas para ser verdadero.

En cambio, el amor, sí requiere de dos personas para ser verdadero. La pareja es una construcción de dos, no de uno. Aquí está la diferenta.

Por eso es un error pretender, que cada vez que nos enamoramos, busquemos de cualquier manera que esa persona sea nuestra pareja. Porque una cosa es estar enamorado de alguien (construcción de uno) y otra cosa es poder amar y ser la pareja de alguien (construcción de dos).

El amor nace de dos personas que quieren lo mismo, no de una que busca que las dos quieran lo mismo.
Obviamente, enamoramiento y amor van de la mano. El amor entre dos personas puede nacer de un enamoramiento. Es como tendría que ser. El problema que planteamos acá, es que lo pretendemos siempre.

Por lo tanto, cuando nos enamoramos, en verdad queremos salir con esa persona para saber si puede llegar a ser amor. Es la ilusión que tenemos. Seria genial para uno que esta persona, que ya tiene condiciones para que nos enamoremos de ella, también tenga condiciones para que sea nuestra pareja.

Foto: Annette Pehrsson



domingo, 6 de junio de 2010

150

Empecé este blog porque tenía 2 o 3 detalles del amor que quería escribir, pero nunca me imagine que podían llegar a 150.
Siempre me preguntan por qué escribo de amor, y contesto porque es un gran tema para analizar y discutir. Creo que hay pocos temas que nos atrapen tanto en esta vida. Pero seguramente también, era para saber que me pasaba a mí con el amor en mis 28 años de vida.
Sé que uno siempre escribe para uno mismo, pero el poder compartirlo con otras personas fue lo mágico de esta experiencia.
Siento que justo con estos 150 post de amor, termina una etapa para mí y comienza otra.
Realmente siento que mi vida cambió. Lo que aprendí de mi mismo fue increíble, lo que aprendí del amor fue increíble y lo que aprendí de ustedes fue lo mejor.

Gracias

Luis

jueves, 3 de junio de 2010

"El objeto se ha puesto en el lugar del ideal del yo"

"…el objeto (la persona de la cual nos enamoramos) es tratado como el yo propio, y por tanto en el enamoramiento afluye al objeto una medida mayor de libido narcisista. Y aun en muchas formas de la elección amorosa salta a la vista que el objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio, no alcanzado. Se ama en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para el yo propio y que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcisismo. (…) Si la sobrestimación sexual y el enamoramiento aumentan, el yo resigna cada vez más todo reclamo, se vuelve más modesto, al par que el objeto se hace más grandioso y valioso; al final llega a poseer todo el amor de sí mismo del yo, y la consecuencia natural es el autosacrificio de este. (…) todo lo que el objeto hace y pide es justo e intachable. La conciencia moral no se aplica a nada de lo que acontece en favor del objeto; en la ceguera del amor, uno se convierte en criminal sin remordimientos. La situación puede resumirse cabalmente en una fórmula: El objeto se ha puesto en el lugar del ideal del yo."


lunes, 24 de mayo de 2010

Un detalle

Es increíble como un detalle puede definir una relación. Una frase, o una actitud, puede lograr que dos personas se enamoren o corten su relación amorosa.

Cuantas veces alguien dijo algo, o tuvo una actitud hacia nosotros, y de golpe la empezamos a ver de otra manera. O mejor dicho, a partir de ahí la empezamos a ver. Y fue solo una frase, o una sola actitud, la que generó todo.
Es ese detalle que descansa en una frase, o en una actitud, el que abre la ventana al amor. El que nos invita a pasar y a querer empezar a conocer a alguien.
El inicio de un enamoramiento se basa en un detalle que inicia todo.

Un solo fósforo que cayó justo sobre esa mecha que pertenecía a tu polvorín.
Claro está, que el mismo principio se da para el final de una relación. Es una primera frase, o primera actitud, la que marca el punto de partida para empezar a sospechar de la relación. Y nuevamente ese detalle logra que empezamos a ver de otra manera a una persona. Y que ahora, nos preguntarnos si estábamos viéndola bien.


Los detalles mandan en el amor. Y quizás eso sea el amor. Los detalles que hacen que la vida tenga sentido. 

viernes, 14 de mayo de 2010

Carta de una cámara de fotos a su dueña.


Me di cuenta que su primera foto no fue conmigo, sino con su espejo. Porque la primera hermosa imagen que usted creo, fue su propio reflejo.

Y es esa belleza la que ahora usted está buscando fuera de su casa.

Por eso feliz estoy de que me elija, como aquel espejo, para reflejar la belleza que le brinda su mirar a las cosas.

Dicen que el primer beso se da con la mirada. Y tienen razón, porque usted besa todo lo que observa a través de mí. Lo se. Lo siento.

Por eso ahora quiero que otro sea mi dueño, para que le saque fotos a usted, y ser yo quien la bese esta vez.


Luis Médici


miércoles, 5 de mayo de 2010

Me acordé de vos

Te das cuenta que te empieza a gustar ella, cuando te acordás de ella en situaciones que no ameritan que te acuerdes de ella.

Luis Médici

Foto: Luis Médici




viernes, 30 de abril de 2010

Que tenga sentido

Cuando hacemos algo que no tienen sentido para nosotros, luego nos quedamos con una sensación de vacío. Como si eso no hubiera pasado, como si no tendría que haber pasado o como si fuera lo mismo que haya pasado o no.
Y es esta misma sensación de vacío la que nos inunda cuando tenemos sexo con la persona equivocada.
No hace falta que solo tengamos sexo con aquella persona con la cual nos vayamos a casar y tener hijos, solo hace falta que tenga sentido hacerlo.


sábado, 24 de abril de 2010

El humor y el Amor

Seguramente la mayoría coincidimos en que el sentido del humor es uno de los principales requisitos que debe poseer nuestra pareja. ¿Pero por qué?

¿Por qué sentimos que el simple hecho de que esa persona nos haga reír, hace que este más cerca de nuestro enamoramiento de la que no nos hace reír?

¿Qué tiene que ver el humor con el amor?

Admiramos a esa persona que nos hace reír, porque ante todo, no es tarea fácil que nos hagan reír. Existe una admiración hacia su inteligencia y creatividad. Pero hay algo más.
La risa nos hace bien físicamente y espiritualmente. Es un pico de felicidad. De hecho, es felicidad pura, porque la felicidad solo existe en picos, no es un estado prolongado, son momentos. Y la risa es uno de esos.

Alguien dijo que para saber cuán feliz éramos, teníamos que contar la cantidad de veces que nos reímos por día.

Y que lindo es, cuando al ponemos a contar, nos damos cuenta que perdimos la cuenta. Porque ya no necesitamos contar las risas, sólo necesitamos contar con ella.


miércoles, 14 de abril de 2010

¡Pido!


Aquella tarde al mediodía me fui a comer un sándwich a la plaza para matar mi hambre en el horario de almuerzo.
Entre columpios, toboganes y arena, se encontraba un grupo de niños jugando a las escondidas. Corrían, reían en su mundo natural y sin ningún mal. Y eso me lleno de bien estar.
De repente, uno de esos chicos me empezó a sonar muy familiar. Su color de pelo, su corte taza, su suéter rojo. Ese chico me hacia acordar a mí cuando tenía 4 años.
Comencé a recordar mi infancia, mis juegos, mis juguetes. Esa vida sin responsabilidades donde el odio, la traición y la maldad no existían. Y me puse a pensar qué le diría a ese nene si fuera yo. ¿Qué consejo me daría a mí mismo de chiquito? ¿Qué le diría acerca de mi futuro? Seguramente que tenga cuidado con cierta gente, con ciertos trabajos, con ciertas mujeres, con ciertas decisiones apresuradas o con ciertas “amistades”. Que el mundo no era un lugar tan hermoso como lo cree un niño y que la vida de adulto está plagada de injusticias. Lo alertaría, lo aconsejaría.
En un momento este chico, mientras seguía jugando a las escondidas, me mira y me saluda detrás de un árbol. Yo le devuelvo el saludo, pero por hacerlo, delato su escondite. Es descubierto por su compañero al grito de: “¡Pido para Luis!”
¡Se llamaba igual que yo! ¡Qué casualidad! No sólo era igualito a mí sino que se llamaba de la misma manera. Entonces fue cuando lo miré fijo y se me cayó el sándwich por la mitad. ¡Ese chico era yo!  ¡Era yo con 4 años!
No sabía qué hacer. Era el momento ideal para aprovechar y realizar mi deseo de alertarlo del mundo de los adultos. No lo dudé más, me paré y salí corriendo hacia él.
Me senté en el arenero lo más cerca que pude, y sin mediar mucha confianza, comencé a hablarle de la vida de adulto que le esperaba. Poca atención me regalaba, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de darle todas las ventajas para que no sufra tanto como yo sufrí. Tenía que lograr que pudiera acordarse de mis consejos; y que acepte aquel trabajo del cual se arrepentirá de no hacerlo; que renuncie rápidamente de aquel otro que tanto stress le va a traer; que administre mejor el dinero; que gaste más dinero; que no se enamore de aquella mujer que le terminará rompiendo el corazón; que le pida que no se vaya al amor de su vida; que le dijera más “te quiero” a sus padres y hermanos;  que no sea tan  mezquino con los abrazos; que no pierda tanto tiempo en animarse a hacer las cosas que lo hacen feliz y cosas por el estilo.
Pero llegado un momento, me di cuenta que estaba hablando sin parar, y que lo estaba haciendo solo. El plan no estaba funcionando como lo había deseado, y la frustración me estaba saludando desde lejos.
¡Pero claro! Si le estaba llenando de consejos de adultos a un niño. ¿Cómo iba a pretender que fuera a entender o interesar mis palabras? Entonces callé resignado y me quedé mirando la arena sin moverme; cuando después de un largo silencio, él niño habló por primera vez, me miró y me dijo: “¿Querés jugar?”
Jugamos toda esa tarde. No volví al trabajo, me olvidé; como me había olvidado lo que era correr sin ningún motivo más que el de sentir el viento en la cara; como me había olvidado de no sentir miedo al trepar un árbol; como me había olvidado lo que era no tener vergüenza y no depender del qué dirán; como me había olvidado de reír y reír jugando; como me había olvidado lo que era ser niño…Como me había olvidado de ser yo mismo.
Pensar que era yo el que lo tenía que salvar del futuro con los problemas del adulto, pero terminó siendo él, el que me terminó salvando de mi presente con los placeres del niño.
En un momento desapareció y nunca más lo volví a ver. Nunca le pude decir que yo sabía quién era él, pero estoy seguro de que él sí sabía quién era yo, porque mi vida cambió a partir de aquella tarde.


miércoles, 7 de abril de 2010

La voz interior

Siempre tratamos de buscar la manera de saber la verdad en el amor. De estar un paso más adelante para no llevarnos sorpresas feas.
Nos agarramos de actitudes y palabras para usarlas de prueba en el juicio de los verdaderos sentimientos. No queremos que nos tomen por tontos, y también queremos saber realmente que sentimos por el otro. Porque hay veces que nos entran dudas.

Nos llenamos de preguntas como:
“¿Si no me llamó, es porque en verdad no me quiere ver?”
“¿Si me dijo que no podía verme, es que en verdad no me extraña?”
“¿Si no me respondió los mensajes, es que me esta evitando?”


Y la respuesta a todas esas preguntas que nos hacemos, de ese estilo, se responder con un: “¿Y vos que sentís?”.
Si una persona te extraña, lo sabes. Y no es algo que lo sabes dependiendo la cantidad de mensajes de textos que te manda. Es más profundo. Lo sabes o no. Los sentís, o no lo sentís. Uno sabe quien te quiere realmente y quien no. Uno siente si realmente no podía verte o no quería verte. Lo sabes.
Y es más, también funciona en el sentido opuesto. Que te mande mil mensajes no significa que te extrañe o que te quiera realmente. Hay veces que por más que te “demuestre mucho interés”, si en algún lugar sentís que realmente no te quiere, es que no te quiere. Y esa es la verdad, lo que vos sentís.

Y en el caso de que una persona te extrañe, y le creas porque sabes que realmente te quiere, si vos no lo sentís, es que no es para vos.

El tema es querer escuchar esa voz interior y afrontarla. Porque obviamente siempre queremos que la persona que nos gusta, o la que esta con nosotros, nos demuestre su amor. Pero muchas veces solo nos conformamos con eso y hacemos hincapié en que el amor está en las demostraciones superficiales. Pero el amor está en lo que realmente sentimos y siente el otro hacia nosotros. Es nuestra voz interior, que nos taladra el cerebro, la que tiene la verdad. Y esa voz, no manda mensajes de textos.
Por eso tenemos que basarnos más en lo que sentimos. Escuchar y hacerle caso a en nuestra voz interior. Esa es la verdad y nunca falla.



sábado, 3 de abril de 2010

Apolo y Dafne


En medio de una competencia de arco y flecha, Cupido sufrió las cargadas de Apolo por poseer un aspecto afeminado para un deporte de verdaderos hombres.
A Cupido no solo no le gustaron esas crueles palabras, sino que preparó una terrible venganza a su estilo.

Con su pequeño arco apuntó a Apolo y le clavo una flecha de oro. Las flechas de oro logran que la victima se enamore perdidamente de la primera mujer que vea.

Dafne era una hermosa ninfa, que al pasar por ahí, captó toda la atención y amor de Apolo. Pero Cupido no dejó que ambos se enamorasen y sean felices. Le apuntó a Dafne con una flecha de plomo, siendo las de plomo las que ocasionan rechazo al amor y a todo posible candidato.

Por lo tanto Dafne terminaría huyendo, casi de manera desesperada, de los brazos de Apolo que la perseguía por todos lados y sin descanso alguno.

En esta desesperación, la hermosa ninfa le pidió ayuda a su padre Peneo (Dios del río) y este la convirtió en un árbol de laurel para que Apolo no pudiera poseerla.

Cuando Apolo logró alcanzarla, Dafne ya se estaba transformando. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar y dijo:

"Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria".

(Aquí nace el uso de la corona de laureles como símbolo de triunfo.)

Finalmente Cupido se había vengado de las cargadas de Apolo, y este había descubierto lo que es un amor no correspondido.

Apolo y Dafne- Bernini

miércoles, 31 de marzo de 2010

Líder del amor y la paz

Hoy en día es muy común ver como bandas y solistas musicales se mezclan en cuestiones sociales y políticas para hacer campañas contra una guerra o juntar fondos para los damnificados en catástrofes naturales.
Pero fue un hombre el que se animó a bajarse del escenario y hacer que su ideología, y la de su generación, se escucharan en terrenos políticos, y no solo musicales.

John Lennon marcó el camino donde él el músico dejaría de ser visto como un simple animador, para ser visto como un representante de una generación.

La guerra de Vietnam se estaba librando en el sureste asiático, durante hacia ya varios años. Estados Unidos estaba gastando fortunas y vidas en una guerra, que cada vez, le costaba más involucrase con el pueblo americano. Estados unidos no solo estaba perdiendo una guerra contra la propaganda Comunista (guerra fría), sino que empezaba a perder una guerra de imagen con su propio pueblo. Nixon nunca logró que los estadounidenses sintieran que la guerra de Vietnam era su propia guerra.

A finales de los 60’s nace el movimiento hippie, donde uno de sus principales lemas era decirle no a la guerra de Vietnam. Y una de las claves era porque ellos eran los hijos de los que habían luchado en la segunda guerra mundial y en Corea. Eran la generación que habían visto morir a sus padres en una guerra o vuelto a casa con secuelas. Ellos crecieron con la injusticia y el sinsentido de la guerra. Y ahora les tocaba a ellos, y ellos iban a decir que no.

Pero claro, para el gobierno estadounidense no eran un problema ya que, hasta ese entonces, eran solo un grupo de adolescentes drogadictos, sin trabajo y que no lograrían mayores problemas y tendrían que ir a la guerra si o si por ley.

Por eso necesitaban un líder que los guiara, que tuviera el poder de afrontar un gobierno, que los medios de comunicación le dieran lugar, y que sobre todo, los jóvenes se sintieran identificado en él. Un líder, que fuera uno de ellos.

Antes de los años 50’s los adolescentes no tenían tanto lugar en la sociedad, ni una voz fuerte ante situaciones políticas que los afectaba. Estaban como dispersos en un mundo de adultos. Hasta que a principios de los 50’s surge el rock and roll. Y por primera vez los adolescentes se sentían identificados y unidos mediante la música. Una música que, por primera vez era solo para ellos. Por eso los primeros ídolos adolescentes fueron Elvis, Carl Perkins, Jerry lee lewis y demás.

A medida que los años fueron pasando, este movimiento de identificación juvenil, empieza tener más peso en la sociedad, más dinero y más ídolos de los cuales los adolescentes se sentían identificados. Y entrados los años 60’s, y con la guerra de Vietnam, algunos de estos ídolos musicales se irían trasformando en lideres políticos para ellos.

Lennon para ese entonces ya era un ídolo musical para millones de jóvenes en todo el mundo. Pero además, él era uno de ellos. Lennon fue abandonado por su padre en la segunda guerra mundial. También sabía lo que era crecer en una ciudad bombardeada, sin comida y sin ayuda. Esto lo había hecho un hombre luchador, duro y con mucha fuerza. Lennon conocía a la perfección la injusticia de la guerra. Él lo sabia, como lo sabían todos esos chicos que no querían ir a Vietnam.

Los jóvenes de los 60’s habían encontrado a su líder.



Lennon había logrado ser una de las caras de un movimiento que empezó a crecer de manera bestial. Al principio entre los jóvenes, pero luego se iría expandiendo hasta los adultos y sectores políticos. Seria la voz de un pueblo que quería paz. La voz de un pueblo que no se animaba a expresarse en contra de un gobierno conservador que los estaba llevando a una guerra sin sentido.

Para ese entonces Lennon ya era considerado casi un anti-americano para el gobierno de Nixon. John era el líder de la antipropaganda nacional. Además se juntaba con líderes de la izquierda y grupos afroamericanos, como los panteras negras, que luchaban por sus derechos en un país con ideología raciales. Esto le costaría el poder vivir tranquilo a Lennon y a su mujer Yoko. Empezaron a ser perseguidos políticamente e intentaron varias veces extraditarlos del país. A Lennon no le querían otorgar la green card y a Yoko la consideraron, más de una vez, una inmigrante ilegal. Sin contar los allanamientos a su casa en busca de drogas, prohibición de sus canciones y conciertos en ayuda a la causa. Pero Lennon nunca se rindió y esto lo hacia más líder para sus seguidores.

Por primera vez un gobierno americano tenía que luchar contra un enemigo interno que no luchaba con armas. Un enemigo que mediante la paz y el amor estaba cambiando la forma de pensar de su pueblo. Una manera de pensar que no se ajustaba a los intereses de imperio capitalista. Una manera de pensar que terminaría con una guerra sin tirar un tiro. Una manera de pensar que el gobierno americano no conocía.

Lennon promulgaba la unión de los pueblos por la paz. Una unión sin banderas, sin religiones y sin niveles socioeconómicos que los diferencien. Una unión que solo tenga en común el bienestar de todos. Porque para lograr la paz mundial, primero debemos reconocernos como iguales. Y este concepto no lo podía entender ningún gobierno que pensara que su pueblo era mejor que otro.
Lennon lideraba marchas sin protección alguna. Nunca portaba un arma o era escoltado por guardaespaldas armados. Él se movía solo a todos lados por más que los rumores de querer asesinarlo eran cada vez más fuertes. Él lo sabía pero no iba a ser como ellos. Esa era su mejor arma.

Una de las acciones más características de Lennon y su campaña, fue la de empapelar la ciudad de Nueva York con un póster que decía “¡LA GUERRA TERMINO¡… si tú quieres”.
La genialidad de ese póster en medio de una guerra fue realmente revolucionaria. Tenemos que imaginarnos a un ciudadano americano que salía de su casa al trabajo y derepente se quedaba inmóvil al leer que esa sangrienta guerra sin sentido había terminado. La noticia le causaría un gran shock, hasta que al seguir leyendo leería…“si tú quieres”. Esto le haría entender que si quiere él puede terminar esta guerra. Y no es una locura. Porque si el pueblo se une y hace escuchar su voz, la guerra termina.


Porque el que gobierna un país es su pueblo. Pero todo depende si tú quieres…



martes, 30 de marzo de 2010

Top 20 frases (segunda entrega)

Anteriormente tuvimos la primera entrega de Top 20. Ahora se viene la segunda.


1-No quiero alguien de quien me pueda enamorar. Quiero alguien de quien no me pueda desenamorar.

2-Los hombres son cerdos repugnantes que solo buscan sexo y al mismo tiempo son el príncipe azul. Todo depende de lo que elijan ser con cada mujer en particular.

3-Nuestro corazón no es de quien se lo merece, sino de quien le pertenece.

4-El amor es la persona que logra sacar al verdadero vos de vos mismo.

5-Recién lograremos estar predispuestos a enamorarnos, cuando no tengamos más preferencias para enamorarnos.

6-La edad te puede llegar a dar experiencia y madurez en la vida, pero no en el amor. Porque siempre que te volvés a enamorar, volvés a ser un niño.

7-Soy una naranja entera que busca una naranja entera. Porque las naranjas enteras son las únicas que pueden rodar juntas y juntas construir una frutera.

8-En el amor ningún error puede cometer el que elije ser uno mismo.

9-El amor no descansa en la persona que “te trata bien”, sino en la que te hace bien.

10-Lo único que sabemos del amor es que se va de la misma manera que llega: Rápido y sin avisar. Nos enteramos que está por venir cuando ya nos alcanzó y nos enteramos que se está alejando cuando ya se fue.

11-Lo peor que le puede pasar a una historia de amor, no es que termine, sino que no se haya vivido nunca.

12-Es peligrosísimo creer que es normal que el enamoramiento dure solo unos meses en toda relación.

13-Nos podemos enamoramos de la persona que todavía no conocemos, pero solo nos podemos desenamorar de la que ya conocemos. Por eso la única manera de poder desenamorarte de alguien es saliendo con esa persona.

14-El enamorado tiene cierta inmunidad diplomática ante situaciones ridículas.

15-Nada pesa más, en el final de una relación, que la mochila del dejado.

16-El amor logra que dos extraños, diferentes y complicados sientan que se conocen de toda la vida.

17-Quiero un amor que no me deje otra opción.

18-El amor es la persona que al encontrarla, te encontrás a vos mismo.

19-El amor es la única pasión que se toma el derecho de admisión.

20-Si queremos confirmar la conexión con alguien, no tenemos que contar la cantidad de temas que podemos hablar, sino la cantidad de silencios que podemos compartir.

martes, 23 de marzo de 2010

Compartir el silencio

No hay nada más difícil y exclusivo que compartir un silencio.

¿Con quién podes estar sin hablar y poder pasarla genial?

¿Con quién podes comer o viajar, sin tener la necesidad de decir absolutamente nada y saber que están juntos compartiendo el momento?

Son interesante esas situaciones en las cuales no necesitamos hablar para comentar lo bien que la estamos pasando, o lo cómodo que nos hace sentir el otro.

Además el silencio es el detonador de lo que esta realmente pasando entre dos personas. Si están bien, en el silencio se vivirá paz, calma y armonía. Pero si están mal, se vivirá tensión y angustia. Por eso hay mucha gente que no soporta los silencios por temor a que se revele la verdad.

Poder compartir silencios es un signo de que con esa persona hay un vínculo especial, más allá de todo tipo de relación establecida. Hay algo más, una conexión. Una complicidad.

Y es esta complicidad del silencio la que logra que los enamorados puedan pasar al siguiente nivel y transformar el dialogo de superfluas palabras en un dialogo de miradas, besos y gestos. Un dialogo en el cual no hace falta decir nada, porque con una mirada ya se dijo todo. Y ese dialogo no permite mentir.
Porque son las palabras las que nos permiten mentir, y no los silencios. Siempre es más fácil hablar, y aparentar, que arriesgarnos a que el silencio lo revele todo solo.

Por eso es clave poder llegar a ese punto de complicidad con tu pareja. Y quizás ahí se esconda un significado del amor…encontrar a tu cómplice.

Por eso si queremos confirmar la conexión con alguien, no tenemos que contar la cantidad de temas que podemos hablar, sino la cantidad de silencios que podemos compartir.


Foto: Junku Nishimura

martes, 16 de marzo de 2010

¿Por qué el amor no es reciproco como las demás pasiones?

El amor es el ingrediente esencial para que algo nos apasione.

Ya sea pasión por el cine, el baile, el fútbol, la mayonesa, el chocolate o los cometas, es el amor el que genera ese vínculo pasional. Sentimos amor hacia eso, y eso nos hace feliz. Y para poder disfrutar de esas pasiones solo tenemos que practicarlas.

Por ejemplo, mi gran pasión es la música y mi banda preferida son los Beatles. Lo único que tengo que hacer es poner un CD y escucharlos. Listo, en solo segundos estoy disfrutando de mi pasión.
O si siento pasión por el mar, solo tengo que sentarme en la playa y admirar sus colores, aromas y sonidos sabios. Y listo, en solo segundos estoy disfrutando de mi pasión.

No necesitamos pedirles permiso a nuestras pasiones para que podamos disfrutar de ellas. Solo las disfrutamos. Casi como si fuera una relación reciproca. Casi como si ellos nos aceptaran a nosotros de igual manera.

Pero cuando lo que nos apasiona es una persona, ahí se genera un vínculo diferente, un vínculo con sus propias leyes.

En este caso sí tenemos que pedir “permiso” porque es una persona, no un arte, una comida o un lugar. Es una persona que puede opinar y decidir. Y eso no lo podemos entender.

Se imaginan a Paul McCartney llamándome y diciendo:

Luis lamento decirte que no quiero que escuches más a los Beatles. No se que pasó, estaba todo bien, pero algo cambió entre nosotros. Sé que es difícil. No sos vos, soy yo. Perdón”


Y como por arte de magia desaparecen todos mis discos y nunca más podré volver a escucharlos.

O que el mar me mande un sms diciendo:

“No congeniamos, somos diferentes. Te pido por favor que no pises más mis playas, por el bien de los dos”

No, eso nunca pasaría. Nuestras pasiones no nos harían eso. Uno elige una pasión y la disfruta. Punto. Es así de simple.

Por eso cuando la pasión se vuelca en una persona nos cuesta tanto comprender que quizás podemos no ser la mejor opción para ella.

El amor es la única pasión que se toma el derecho de admisión.


viernes, 5 de marzo de 2010

Príncipe azul

Es interesante que se utilice el termino “príncipe azul” para hacer referencia al hombre ideal, o al verdadero amor, dentro del mundo femenino. Pero ¿Por qué príncipe y no otra cosa? ¿Dónde nace ese concepto?

Eso me dejó pensando…

Que el término sea príncipe, me remonta a la época en donde existían los príncipes, o sea la edad media. Por eso nos tenemos que remontar a esos años para saber donde nace este concepto.
En la edad media la gente vivía dentro de un sistema feudal, y su sociedad se dividía en tres grandes grupos: La nobleza, el clero y el pueblo.

Los únicos que tenía poder, dinero y una “buena vida” eran los dos primeros grupos. Aunque también eran los menos. En la mayoría de los casos solo el 3% de toda la población. Los demás (o sea el 97% de la población) era el pueblo, la mayoría campesinos pobres.

Las tierras que trabajaban los campesinos no eran de ellos, eran todas del rey. Y tenían que pagar un impuesto para poder trabajarlas, tener cierta libertad y protección.
En esa época si nacías campesino pobre, morías campesino pobre. Lograr un mejor nivel de vida era casi imposible. Casi, porque existía una sola manera…

Para llegar a pertenecer a la aristocracia tenías dos caminos: Poseer tierras o poseer sangre azul.

Si nacías en una familia noble con tierras, heredabas las tierras y no había ningún problema. Pero si nacías en una familia de campesinos pobres sin tierra, la única manera de llegar a la “buena vida” era casándote con alguien de la nobleza y poseer la sangre azul.

Este era el gran sueño de toda joven campesina pobre. Y, obviamente, de toda su familia.

Aquí nace para mí, el concepto de “mi príncipe azul”.


Obviamente el concepto fue cambiando y todos sabemos que hoy está más relacionado con encontrar al amor verdadero y no tanto con “salvarse” en una época feudal.
Hoy cualquiera puede progresar en su vida, haya nacido donde haya nacido, gracias al trabajo y al estudio. Pertenezcas a la religión, etnia o sexo que pertenezcas.
Por eso el concepto de “príncipe azul” quedó relacionado con encontrar al amor verdadero, más que con heredar un apellido, una pila de dinero o tierras.

Sin embargo algo de esa idea queda, porque la mayoría de historias clásicas de amor son de príncipes y niñas pobres. Nada de un príncipe y otra princesa. O en el clásico de las telenovelas, donde el hombre rico y buen mozo, se termina enamorando de la mujer simple, humilde y pobre. O la familia tratando de que la hija bonita se case con el millonario para que se salven todos, auque ella prefiera al pobre.
Este concepto de amor y recursos sigue en pie. Y aquí nace otro punto muy interesante.
Que el hombre tenga recursos, o sea capaz de generarlos, seduce notablemente a la mujer. Obviamente las mujeres se enamoran de su persona y su inteligencia. Pero la idea de que tenga, o pueda generar recursos, es un gran arma de seducción para ellas.
Por eso es el “príncipe azul” y no el “verdulero azul”.


Esto de príncipes, caballeros o galanes son personajes que se fueron creando para el mundo del amor. Quizás para vender libros, películas de Disney o telenovelas mexicanas.
Quizás poco o nada tengan que ver con el amor verdadero que a cada uno vive en sus vidas. Pero la idea de este posta es saber donde nacen y a que se refieren.


Igual, cuando nos enamoramos ¿Quién dice que no nos ganamos la lotería igual?



Related Posts with Thumbnails